Con séquito sólo se impresiona a los niños ya,y por otra parte sale cara la amistad. Las ventajas de ir solo son evidentes. Pero no acaba aquí el catálogo de ventajas de la soledad. En lo único que aventaja la compañía es para dar envidia. Pero, claro, no es lo mismo ir del bracete de una que de otra. Si es de otra al final se te agria el carácter y estás en las mismas que el que disfruta de la soledad. También es triste que la novia de uno sea su propia mano, pero más triste todavía es la amputación, con lo que se hace cierto lo que decía el viejo sabio: el que no se consuela es porque no quiere. Y nunca mejor dicho.
Somos, en consecuencia, víctimas de la estética, de lo aparente y de la carcasa en general. Que para pasarlo bien sólo hace falta un libro, decía mi abuelo. Añadiría yo algo más: y un frontón. Lo demás son lujos y añadiduras. Amistad, un lujo que se acaba pagando caro. Con un libro y un frontón es suficiente para llevar una vida plena. Y no es necesario que lo sean en propiedad: basta con el derecho a usarlos. Con ellos se logra lo que yo llamo la función reflexiva pues tanto el libro como el frontón nos devuelven algo. Por tanto pelotas y pensamientos, en resumen, es lo único que hace falta en esta vida.