Marcel…
Para conocer a Marcel quizá deberíamos ir al momento de su nacimiento,
Marcel nació en un hospital público hace de eso dieciocho años, su madre, una prostituta, una mujer de la calle pero que al ver a su hijo primogénito, cambió su vida para siempre.
Beatriz era una joven mujer que la vida había maltratado sin piedad y que había terminado ejerciendo el oficio más viejo del mundo al no tener a nadie que la ayudara.
Sin quererlo había quedado embarazada pero como era una mujer de buenos sentimientos y aunque nunca supo quién era el padre, prefirió cargar con el niño aunque fuera ella sola.
Al ver a su hijo, la luz que irradiaba esa pequeña criatura, el fulgor de esos ojitos negros, la hicieron recapacitar de la vida que llevaba y se prometió a si misma que no volvería a las calles que conseguiría trabajo en cualquier lado y que criaría a su hijo decentemente.
Y eso hizo por algunos años, Beatriz trabajó limpiando casas para para poder cuidar a Marcel y que no le faltara nada sin la ayuda de nadie, él era el amor de su vida.
Se querían, se necesitaban mutuamente y la vida del niño transcurría como la de cualquier otro niño pobre pero con una madre que lo adoraba.
Pero llegó el día en que Beatriz ya no pudo volver a trabajar, una enfermedad le impedía hacerlo, algo con lo que no contaba, tenía Sida, lo había tenido desde hacía algunos años pero sin saberlo y la enfermedad sin tratar, la llevaría a la muerte más tarde o más temprano pero sin el tratamiento adecuado sería mucho antes de lo pensado.
Marcel acababa de cumplir sus dieciocho años, era un estudiante modelo que estaba a punto de entrar a la facultad de veterinaria, carrera que desde muy pequeño quería seguir por su amor a los animales.
El joven veía como su madre día a día se iba debilitando y que los médicos no podían hacer nada por ella, salvo que consiguiera los remedios adecuados pero que conseguirlos costaba mucho dinero y que el hospital público no estaba dispuesto a darle, fue por eso que Marcel en su desesperación, una noche entró a una farmacia y le pidió al farmacéutico que se los fiara pero éste no pudo o no quiso hacerlo y sucedió lo que tenía que suceder el muchacho golpeó al hombre y robó los remedios pero con tanta mala suerte que un policía de particular que pasaba justo en ese momento y …
Marcel fue llevado a la comisaría y con las evidencias del atraco dadas por el policía el juez lo condenó a un año de cárcel por ser primerizo.
Sola y sin remedios, la madre de Marcel abandonó este mundo un mes más tarde pero para el muchacho apenas comenzaba el calvario, joven, sin experiencia y en una cárcel uruguaya…
De nada le valió la inocencia, la bondad y la tristeza al haber perdido a su madre y todo lo poco que tenía, la cárcel no perdona, nadie es inocente dentro de ella y eso, el muchacho lo aprendió en carne propia, el mismo día de su llegada, fue violado, puesto en una celda junto a un asesino que no dudó en apropiarse de todo lo de él, hasta de su inocencia sin que nadie hiciera nada para impedirlo, de allí en adelante, la vida de Marcel fue un verdadero martirio, del muchachito que había robado medicamentos para salvar a su madre, al hombre cruel y déspota en que se convirtió, lo llevaron a cometer toda clase de barbaridades para defenderse, un mes más tarde a su llegada a la cárcel, una pelea entre presos lo obligó a matar a uno de ellos, ya no era un simple ladrón, se había convertido en asesino sin querer pero asesino al fin.
Un año pasó entre rejas pero como todo llega en esta vida, a él le llegó el momento de abandonar la cárcel, una noche los guardias del penal se lo llevaron, enterraron su cuerpo junto al de su madre, ya no sufriría más, la pobreza, el dolor, el miedo, todo había desaparecido, hasta la vida de Marcel un joven cuya vida se truncó a los diecinueve años por el sólo delito de haber nacido… pobre.
Omenia.
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