Las últimas siete palabras más famosas, los seis de Birmingham, cinco en la caravana, cuatro jinetes del apocalipsis, los tres mosqueteros, dos hombres y un destino y uno mismo: "versus dentro". José Versus Dentro. Tengo que mostrar mi carnet cuando me piden el nombre y les contesto que me llamo José Versus Dentro. Mi padre se apellidaba Versus y mi madre Dentro. Son apellidos raros, pero el amor cristaliza tales caprichos. Bromeando, a veces digo, que me llamo José Fuera. Y, contra todo pronóstico, me creen antes que con el de verdad. Por ello firmo Pepe Fuera y me evito extrañezas, salvo cuando se trata de algún asunto oficial, obviamente. Ahí, ahí soy Dentro.
Mi vida ha sido un rosario de explicaciones que me hubiera bien ahorrado de haberme llamado José Pérez, José Pérez... Pozo, por decir algo. Pero me llamo Versus. Habrá quien dirá que con tal denominación tiene uno ya media carrera artística hecha. Pues yerra también quien lo piense. Hay que unir al nombre ciertas cualidades artísticas. Cualidades de las que uno se ve exento. Llevo una vida anodina de secretario de alguien que sí las tiene. Estoy hablando de un gran pintor. Un gran pintor que se llama López, y que a veces me dice: ay, Pepe, si yo me llamara Versus estaba cotizando como Picasso o poco menos. Pues bien, esta es nuestra simbiosis: la del gran pintor Lopecillo y la del gran nadie Versus. Versus Dentro. Y esta es mi historia, para gente curiosa o que sólo pasaba por ahí: monda, lironda y verdadera. |