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Inicio / Cuenteros Locales / Marthalicia / BAJO UN CIELO ESTRELLADO

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Había perdido la noción del tiempo y -en la oscuridad-, tampoco podía saber dónde estaba. ¡Completamente perdido! Caminaba apoyando cada pie con mucho cuidado mientras con una mano aferraba el freno del caballo. Cruzar ese arroyo de noche era algo que podía ser muy peligroso. Los bordes laterales del puente de cemento que cruzaba el arroyo, estaban tapados por el agua; un paso por fuera de esos límites, arrastraría tras de sí al mancarrón y al carro. Todo lo que llevaba se perdería en el agua; víveres, ropa, herramientas… tal vez su propia vida.
Mientras avanzaba lentamente, vino a su memoria lo que le habían contado acerca de ese lugar. Hacía muchos años, un bandido perseguido por la policía se internó en ese arroyo para pasar a la otra orilla. En su fuga no tuvo en cuenta –o simplemente lo desconocía- el segmento de puente tapado por el agua y eso lo llevó a su perdición. En un momento sintió que no hacía pie pues había pisado por fuera del borde con tal mala suerte que patinó y cayó golpeándose la nuca con el filo de cemento. Pasaron varios meses antes de que alguien volviera a cruzar por el lugar. El caudal del arroyo era pluvial y como consecuencia de la prolongada sequía en la región, se había reducido a un zanjón angosto. Así pudieron encontrar restos del bandido, comidos por las aves carroñeras, los peludos y mulitas del lugar. Desde entonces cuentan que el alma del bandido pena por la región.
El recuerdo de esa historia le hacía temer por su suerte. Hacía que su cuerpo se estremeciera; el miedo estaba apoderándose de él. Martín, nunca había temido a nada ni nadie, pero esta vez no las tenía todas consigo. Una sensación de rigidez lo recorría trabándole los miembros; su respiración se hacía cada vez más entrecortada. Ese cuerpo acostumbrado a no reclamarle ni frío ni calor ni agotamiento, que sólo se hacía notar cuando alguna enfermedad le clavaba los garfios; ese cuerpo estoico y confiable, se estaba convirtiendo en un obstáculo. Le dolía el pecho; le parecía que el corazón estaba a punto de estallarle; los músculos de la cara no le obedecían y los dientes producían un horrible repiqueteo al chocar involuntariamente.
Recordaba la infancia y los gritos destemplados de sus padres discutiendo e insultándose. Era algo que se repetía todos los días y fue para escapar de ese infierno que un día se largó con su carro y su caballo, cuando solo tenía catorce años. ¡Por cuántos lugares había andado! Los años y sus pasos lo habían llevado a sitios que ya ni recordaba… Pero conoció tanta gente de todo tipo: amables, hostiles, gente a la que le gustaba andar en bicicleta o ir a la Iglesia todos los domingos, otros a los que les gustaba desayunarse con una buena copa de vino, gente que iba a sentarse en las plazas y jugaba al Ajedrez. Anduvo por sitios que jamás había imaginado que existían; nunca se arrepintió de haber emprendido su camino solo, sin ataduras. Paraba donde le sonreían; trabajaba si necesitaba dinero para albergue o comida; seguía viaje cuando olía el rechazo como lo hacen los perros callejeros.
No conocía el rencor, ese sentimiento que carcome y esclaviza; en su lugar, un sano olvido le permitía ser feliz con lo que poseía. Nunca se aferró a otra cosa que no sea su carro y su caballo. Había tenido una mujer que lo acompañó durante algunos años y disfrutó de esa compañía. La mujer -tan anónima como él-, era otra fugitiva, así que ella también se sintió conforme con la vida nómade que llevaban. Pero de la misma forma que sus amigos -en distintos momentos-, ella también un día desapareció de su vida. El mundo es para andarlo, no para enraizarse. La tierra es para rodar y no para echar raíces como las plantas, se dijo a sí mismo sin asomo de queja alguna, tal vez estimulado por los malos recuerdos de su infancia.
Algo distraído con las memorias de su pasado, siguió caminando despacio sin apoyar sus pies antes de tantear cuidadosamente el piso del puente bajo el agua. Se sorprendió al ver que una figura estaba parada en la orilla, como esperándolo. La oscuridad no le dejaba ver nada; el miedo se le metió nuevamente en el cuerpo. El corazón lo aturdía con latidos acelerados, sacudiéndole el pecho como si fueran martillazos. Quería azuzar el caballo pero las mandíbulas endurecidas no le obedecían; su voz había desaparecido taponada por las tenazas del pánico. Imposible volver atrás, había que seguir aunque le costara mover los pies; se sentía maneado como los animales enlazados. Hasta el pensamiento se hacía torpe, pesado…
Sintió que su cuerpo se aliviaba de lo que había ingerido ese mediodía. Nada le importó el hedor que brotaba de sus ropas y lo impregnaba. Siguió avanzando cada vez más cerca y cada vez más lento en el andar hasta que llegó y pisó la orilla ya fuera del agua. En ese momento, la nube que tapaba la luna se desplazó y se vio frente a frente de los restos de un espantapájaros. Pedazos de saco viejo y pantalón con una sola pierna, un sombrero encasquetado a la bola de paja que figuraba la cabeza. Su cuerpo tensionado por el espanto al que la imaginación lo había llevado, no pudo recobrarse y cayó con las manos cruzadas sobre el lado del corazón. Las nubes siguieron alejándose descubriendo un cielo cubierto por estrellas de mil tamaños que él nunca llegó a ver.

Texto agregado el 04-11-2016, y leído por 318 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
13-11-2016 Muy, muy bueno!!! Me encanta que seas intensa y desde luego, tan buena narradora. MujerDiosa
10-11-2016 Me ha gustado mucho tu relato: cautivador, con un final inesperado, excelente narrativa. Solo aplausos. Un abrazo dulce. gsap
06-11-2016 Pienso que nada puede ser peor que sentir ese miedo.. En realidad como le sucedió a él que hasta llegaron a su mente recuerdos que ya a esas alturas tendrían que estar enterrados Bueno y el final lo evidencia mas aun. En todo caso aunque ni siquiera pudo verlo,ese cielo estrellado es bello para ir a otras vidas,si es que existen.. ***** Un beso Victoria 6236013
06-11-2016 Interesante y terrorífico trabajo, buen manejo de ese pelo erizado que entregas al lector, quizás la descripción del antes del personaje distrae en el comienzo, pero el inesperado final regresa al balance, bien. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero-48
05-11-2016 Excelente relato y un muy buen e inesperado desenlace. Felicitaciones! sheisan
05-11-2016 Me ha gustado la narración. Tanto miedo, no lo comprendo. Pero hay gente para todo. grilo
05-11-2016 La parte introspectiva del personaje distrae un poco del ambiente siniestro inicial -bien logrado-, el final abrupto. Impecable la narrativa, me gustó. Cinco aullidos bajo las estrellas. yar
04-11-2016 Una historia palpitante y muy bien contada. Saludos. NINI
04-11-2016 Buen relato seroma2
04-11-2016 Muy buen texto Martha. Tiene una fuerte intensidad y es distinto a tus anteriores trabajos. Hay dramatismo y una activida participación de la realidad, (a veces paranormal) Gran trabajo. 5* BarImperio
 
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