Me encontraba en un pueblo magnético, lleno de luces sicotrónicas, yo era solo un niño doméstico con sueños de una banda armónica. Entonces pasó una niña chala con su falda elástica que se ponía corta para mí y larga para las canónicas. Su mirada penetro mi pantalón y la mía su semántica, nos encontramos en el medio en una casa fantástica, de puerta y pierna abierta nos envolvimos en la hamaca, solo entonces su vestido abierto me mostró su órbita y yo con la intención firme entré en la zona. No fue fácil la huida pues las gentes me miraban, sus ojos como antorchas señalaban la transgresión, pero yo que soy un güero terminé la misión tranquilo, pujó ella el pantalón arriba y su falda elástica se alargó de nuevo, ya no había más en el pueblo que oscuros caminos, ya chala se fue tranquila y yo así mismo.