Marthalicia,03.11.2016
La mayor aspiración del ser humano ha sido alcanzar la trascendencia. Es lo que pienso. Como aquí todos escribimos dejo el siguiente pensamiento escrito por mi profesor de Estética.
Y agrega Mario Presas:
“Esto refuerza la sospecha de que la actividad narrativa, ineludible acompañante del hombre en la aventura de la existencia -es decir, el mito, los relatos, tanto en la crónica histórica como en la narrativa de ficción, desde los cuentos de la abuela hasta las narraciones de Borges-, no son simple adorno de la vida, entretenimiento, sino el modo más apropiado en que el ser humano da (se da) cuenta de su propia temporalidad e historicidad. “ (…)
En el mundo de “la gente”, encontramos también historias, textos, de los que nos apropiamos en el acto de leer. La primera función de la lectura consiste en sustraer al hombre de la caída en el anonimato, en el unoimpersonal, creando una distanciación que posibilita explicitar la suerte de ser en el mundo desplegado delante del texto. El mundo del texto es, en definitiva, una trascendencia en la inmanencia de las estructuras lingüísticas; dicha trascendencia, por más fantasiosa que sea la fábula, la trama, no deja de ser una variación imaginaria de la realidad en la que el lector entra mediante otras tantas variaciones imaginarias de su ego. Leer consiste en una experiencia de pensamiento por la cual nos ejercitamos en habitar mundos extraños a nosotros mismos. Así, pues, la acción de contar, sobre todo si se manifiesta en una obra literaria de ficción, es una suerte de laboratorio experimental que reproduce y anticipa las opciones de la existencia real y de ese modo predispone para la decisión moral. Es el modelo de aquella identidad propia de que hablábamos, entendida como un modo de existir que se sostiene en el ser como se mantiene la palabra, la promesa, en virtud de la fidelidad. (El hombre es el único animal que puede prometer, Nietzsche). |