Cuando Pedro Grullo comprobó que tampoco él era profeta en su tierra- véase primera parte: el regreso de Perogrullo-, corroborándose por tanto el refrán, volvió grupas y regresó al lugar que lo había acogido sin hacer demasiadas preguntas. Se hizo miembro de una peña futbolística y administrador de un grupo de facebook. Con ello sus aspiraciones de notoriedad quedaban más o menos cubiertas. Claro, tampoco iba vanagloriándose de ello. Hacerlo y relajarse fue todo uno. Tanto es así que le empezó a entrar el gusanillo de volver nuevamente a su tierra.
Craso error. Allí no tenía afectos ni suficiente monetario para allegarlos. Con tal desarraigo a Perogrullo no le quedó otra que unir a la condición de miembro de peña futbolística y administrador de grupo de facebook, la de cuentero en una página de internet que había descurbierto si quería sobrevivir a aquella experiencia.