Hoy estaba en un centro médico y en la sala de espera me puse a observar a una mamá que llegó con una chiquitita con menos de dos años, súper vivaracha, movediza, creativa y en lo que empezó a entretenerse fue lo que me puso a pensar en los cambios que debemos tener en la educación de los niños desde el hogar, por ejemplo, esta niñita se sentó en el suelo que era en pendiente porque es para los rodados, sillas de rueda o coches de guagua y quería resbalarse, claro no le cundía porque estaba cubierto con esos suelos medios gomosos, para que las ruedas tengan agarre. Pero lo que llamó mi atención ante todo, fue la actitud de la mamá, que la dejó tranquilita, mientras ella sentada en el suelo intentaba deslizarse y comprendí que maravilla, que evolucionada esa mamá, pues su hijita estaba haciendo una aplicación de sus conocimientos a la perfección, ella interpreto la pendiente, o sea la figura geométrica de declive a tantos grados con los resbalines de las plazas de juego, era una interpretación, un análisis que lo pudo desarrollar libremente en su investigación de prueba y error sin ser truncado por una mamá que más diera importancia a que su hija no anduviera por el suelo ensuciándose, que seguramente es lo que yo equivocadamente privilegié tantos años atrás en la crianza de mis hijos y si hubiese comprendido en aquel entonces, habría descubierto que no se estaban ensuciando, que no estaban limpiendo el suelo, si no que estaban aprendiendo ingeniería civil industrial in situ, entre otras tantas ciencias y artes. Todo debe cambiar para respetar los procesos de conocimiento individuales de los niños del futuro.
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