El mundo se cae a pedazos y no hay nada que pueda detenerlo, las personas se están suicidando muy frecuentemente y parece que no se puede detener este ciclo terrorífico en el que unos nacen y otros mueren y la mayoría piensa que eso es equilibrio.

El mundo dedica su dinero a la guerra, una cruenta guerra que deja muertos en todos los bandos y que pone sus muertos como números en las diferentes enciclopedias y no como sistemas nerviosos. Nos dedicamos a educarnos en un sistema político mundial inmoral, una dictadura rige los movimientos de todos los seres humanos y hasta el momento nadie se ha dado a vivir en contra de ella; pero el absolutismo no es del todo mal, cuando la mayoría son farsantes, el absolutismo es un sistema político viable para salvar el mundo.

Los accidentes son el pan de cada día en todos los países, principalmente los accidentes de automóviles y motos; nos hemos acostumbrado a vivir con ellos, nos hemos acostumbrado a verlos como algo normal. Es que no podemos ver el horror de un motociclista al golpear un poste y perder la vida casi que inmediatamente, no podemos ver ni el horror ajeno ni el horror propio al poseer un sistema nervioso que nos da la posibilidad de experimentar un grave sufrimiento.

El tiempo pasa muy rápido y el legado que dejamos son tan solo unos pocos recuerdos en algunas personas, familiares y allegados. A veces no sabemos lo que el tiempo significa, a veces no sabemos medir bien los tiempos para aprovecharlos al máximo teniendo en cuenta nuestra esperanza de vida; da mucho miedo pensar en cuántos años nos quedan por vivir, da mucho miedo pensar si podremos vivir un día más y diez años más; no podemos asegurar que viviremos ni siquiera un día más y eso es frustrante.

El mundo vive en emergencia y hay que declararla, porque no es posible que sigamos viviendo así sin declarar la emergencia. Las tragedias de todos los días nos están diciendo algo, así que hay que ser perspicaces para entender lo que nos quieren decir, y sinceramente no veo otra opción que acabar la vida por completo, que no queden ni las cenizas de nadie. El contraste entre los que viven tragedias y los que no es impresionante, aunque todos vivimos una tragedia con la vida, es evidente que no todos tenemos la misma educación, ni la misma salud; por eso la salvación del mundo está en nuestras manos, en aquellos que tenemos un poco más de privilegios y que podemos ayudar con todas nuestras fuerzas a los más desfavorecidos; pero no para alcahuetear la reproducción sino para detenerla.

Caos, es la palabra que define el mundo en el que vivimos, un caos triunfante, y no es que sea pesimista sino que al tener una gran visión puedo ver el caos de un simple niño que muere de desnutrición, como también el caos de una guerra internacional. El caos no debe seguir inundando nuestras vidas.