En la cultura andina el día de los todos los santos, 1ro de noviembre, no ha de pasar desapercibido. Este culto mortuorio, sin ánimos de burla, suele presentarse como una suerte de fiesta en las tumbas de los cementerios. Hay pues jolgorio, cerveza, comida preferida del difunto, algunos globos, familias enteras; en donde aparentemente no hay tristeza. También existe la costumbre de dejar comida para el difunto en el comedor de un día para otro, con la creencia que un espíritu vendrá a servirse estos alimentos. Ambas costumbres denotan cariño y respeto por los seres que partieron antes que nosotros.
Ahora bien, este acontecimiento de despedir a nuestros muertos en nuestros días se ha convertido en un evento similar a un bautizo, matrimonio, quinceañero, etc. En lo que se refiere a souvernirs (por darle un nombre) pero ¿qué tan agradable puede ser coleccionarlos?, ¿Tener una parte de ellos en nuestro hogar? Mientras se concurra a una que otra misa de difunto la cantidad aumentará, se imaginaría al símil de un minicementerio en casa.
He visto en casa de unos parientes tener esta suerte de colección que en algún momento llamo mi atención por la cantidad que había, de distintas formas, colores y olores pero significando lo mismo un recuerdo de difunto.
Tengo recuerdos de mi infancia en donde luego de la misa de difunto se estilaba entregar unas tarjetas o esquelas, en fin no cabe en mi cabeza iniciar esta colección o es que tal vez mi cultura mortuoria no ha llegado a otros confines…
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