Cuando te tuve entre mis brazos, cuando
tu sexo rodeaba mi entrepierna, un volcán
hizo erupción dentro de mí. Fue como una lluvia
de cenizas que caía sobre mi piel. Nunca me había
sentido tan vivo, ese calor fue nuestro cobijo durante
esa noche invernal.
Afuera las calles estaban anegadas y una capa de niebla se
extendía sobre los techos de las casas, pero no nos importaba,
nuestro fulgor era más fuerte. Los besos que nuestros labios probaron
fueron nuestra salvación. ¡Qué noche más candente!
Texto agregado el 28-10-2016, y leído por 128
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