A carta cabal, se peina la noche,
su extenso cabello azabache
adornado de multicolores diamantes,
el cielo fulgura en su continente infinito
busco una brillante estrella
que no tenga un absoluto dueño
casi todas ya pertenecen a alguien
sin títulos ni componendas,
a decir verdad, hasta una galaxia
fue regalada, ya no hay astro
que no haya sido asignado.
Atisbo en la oscuridad profunda
tratando de cazar ojo en ristre
un firmamento que pueda obsequiar,
algo poco, acaso un sistema
como el nuestro, con su sol,
un cometa, o una nebulosa
tengo que llegar con algo a casa,
esto se me está poniendo difícil.
Algo brilla diferente
en el tizón de la noche,
Una gema, un planeta
o sólo polvo estelar,
¿será un quasar?
¿una gigante roja?
me emociono,
es algo nunca visto.
He adquirido así de gratis,
algo que refulge como un topacio,
la obsequiaré a quien yo sé
para felicidad plena suya.
Mientras,
en la oscuridad
inconmensurable
la estación espacial
brilla envidiablemente
sin tener la menor idea
que ha sido regalada
a una mujer
de un país cualquiera.
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