El abuelo cumplía ochenta años, y sus familiares planeaban organizarle una fiesta.
-Es una buena oportunidad para sacarlo de su depresión –El nieto mayor anotaba minuciosamente los detalles de la fiesta.
-Es mejor que se lo digamos con anticipación –comentó Juan, un viejo vecino. –He escuchado que los ancianos pueden sufrir descompensaciones por la sorpresa... Yo conozco sus amistades. Puedo enviar las invitaciones…
Esa noche todo estaba preparado con lujo de detalles… pero no apareció ningún invitado.
Totalmente desilusionado, el abuelo se fue a dormir. Sorpresivamente, amaneció muerto.
Juan se encogió de hombros. ¿Habría llegado demasiado lejos con su venganza?
Texto agregado el 26-10-2016, y leído por 315
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