luna de quebracho montada en el crepusculo, esperando palida y agasapada, la noche;
sobre una franja rojisa, que se superpone con el horizonte, hasta la mitad de la boveda del firmamento. se enciende timida, mansamente sobre las garras de la oscuridad que se avecina a todo paso.
el sol esta del color de la granadina, y abdica, derritiendose sin consuelo, como un helado de ceresas, ante los pieses del final del dia.
arboles, que en la lejania, dibujan sin querer en el espacio, sombras mas oscuras, que la tenue luz que queda, y que manchan el paisaje que agonisa.
ningun hombre, ninguna vaca, solo caballos sueltos, intrigados por una presencia momentanea, que los avanona, a fureza del paso irremedible de un camion.
si miro un poco, hacia adentro del escenario de la cabina, reflejos de platino, pintan de alegria la tenue luz, que se desparrama formando lineas rectas, entre lo que queda de claridad de hoy.
tengo el peinado tipico fuera de orvita, con el jopo amigo, ahora a un costado de la frente, que mi vieja dibujo tan enmorada.
mis uñas rasgan, como pinceles delicados, el volante con grasa de tren delantero, quedando pegajoso al tacto, y machando el timon de negro agrisado; mi ropa se encuentra humeda de baba, con espuma contenida en las comisuras de los labios.
no importara tanto o nada para mi, si se borra mi raya del trasero por esta jornada que no termina nunca, importa si, sumar y sumar kilometros sobre las ruedas girando en el pavimento.
inospita, ese es el termino correcto para esta carrera sin rivales, contra los limites uno mismo, donde lo unico que vale es la carga, y el destino.
pareciera ser, que mis pensamienos chocaran con las estrellas, formando triangulos conmigo, esparciendo prendas de mi mismo, por todo este horizonte silencioso, y moderno.
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