¿Dónde está ahora la perla?
Como cien veces envuelta en mi pensamiento.
La luz que se extingue
se niega a dar paso a la razón.
El camino sigue su curso
y mis tinieblas cierran la comunicación.
Enciendo velas que solo me engañan.
Una de ellas eres tú.
Sin tener culpa de ser de cera,
terminarás derritiéndote lejos de mis brazos.
Estoy comprando todas las acciones
de una última empresa.
Una enorme fábrica de trabajadores despistados
que se preguntan una y otra vez;
dentro del mundo
y dentro de esta poesía
¿Quiénes somos?
Cada uno de ellos lleva una máscara distinta,
pero todos son identificables
por un mismo rasgo diferencial:
Un corazón rojo
que hierve clandestino en el cerebro de todos.
¿Qué me queda por decirte?
Insólita esperanza,
incierta solución.
Desvestida ilusión,
inútil templanza,
serena obsesión,
ciega acechanza.
Teníamos todas las reglas del juego
Y ya habíamos movido
Las primeras fichas
Que avanzaban cada día
más profundo en la noche
hasta que el amanecer nos cegó.
Entonces se callarón nuestros ojos,
perdimos las reglas;
Yo las ignoré,
tú las olvidaste.
El juego de la doble aceptación
debía ser un compromiso adquirido,
pero no una pieza más.
¿Dónde está ahora la perla?