TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / guibelino / De cómo los hombres perdieron las orejas que les cubrían de la cabeza a los pies

[C:572965]

-“El ritual empieza.
El hombre fuerte del grupo, con ademanes bruscos, todavía simiescos, pintarrajea las caras de los jóvenes guerreros que se aprestan a la lucha.
El objetivo no es la preponderancia de sus creencias proto religiosas pues ambos bandos adoran temerosos las mismas fuerzas desconocidas de la naturaleza y plugan con la misma vehemencia a sus antepasados comunes.
El alimento tampoco se considera la razón de sus hostilidades, pues es tan abundante que sus ya especializadas extremidades las toman de las copas o retoños de los árboles o de las fieras apaleadas a costa de varios congéneres, cuyo destino culinario es el mismo.
Debemos eliminar también como posible causa la lucha por el predominio hacia las hembras pues aún no está desarrollado el machismo como producto de un proceso evolutivo y amalgamado entre culturas hebreas, beréberes, mozárabes, latinas, españolas y mesoamericanas.
Tal vez sea la territorialidad; ese terrible complejo de pensar que no somos nada ni nadie si no delimitamos un pedazo de tierra en donde han de sobrevivir los seres que generosamente permitimos que compartan nuestras inmundicias.
Lo cierto es que esos bichos extraños que ahora se atreven a invadir sus dominios ofenden con su presencia, la manera de conducirse y sus horribles deformaciones la naciente vanidad que empieza a caracterizar a los homínidos.
Su existencia ha sido para mí un verdadero conflicto. Las bases poco firmes con que cuento para demostrar su paso en nuestra evolución me hace vivir una terrible angustia por la debilidad de las evidencias que he encontrado, cuya fuerza es tan endeble como las que harán que mi existencia en la tierra se extinga para siempre dentro de unas cuantas centurias, aún en el recuerdo de mis predecesores.
Pero estoy dispuesto a exponérselas con los mejores argumentos, los mismo que han expresado nuestros científicos sociales de la historia antigua de los primeros humanoides quienes aseguran que ese ser era capaz de expresar sus sentimientos de protección hacia los ancianos e inválidos y, de dolor y tristeza por sus muertos como lo demuestran los descubrimientos funerarios llenos de utensilios, herramientas y, hasta flores.
La invención de la mano a partir del trabajo es un proceso que remata más tarde en el desarrollo del cerebro, brindando la oportunidad al Homo Hábilis, de convertirse en Homo Erectus y, por el tamaño de su cerebro, logra agudeza en su inteligencia y capacidad de idear formas de allegarse alimentos entre la flora y la fauna.
Federico Engels presupone la existencia de un hombre inventado por el trabajo; de un ser que poco a poco va especializando las manos, los pies, el espinazo erecto y el poder de razonar, obligado por las circunstancias naturales.
Roberto Darwin nos asegura en su Teoría de la evolución, que somos el producto de una selección natural y que en orden ascendente va alcanzando su magnificencia humana.
Contrario a la opinión anterior Stephen Jay Gould dice que el “Homo Sapiens no es el producto pre ordenado de una escalera que alcanza nuestro estado exaltado desde el comienzo. No somos más que una rama superviviente de lo que un día fue un arbusto exuberante”.
Mi punto de vista no es del todo diferente a este último: a medida que los guerreros terminan de ajuararse (embadurnados y semi cubiertos de apestosas pieles), a señas, determinan la estrategia a seguir, pues ya conocen la habilidad de escuchar a muchos bosques de distancia que tienen esas criaturas espeluznantes con las orejas que los envuelven de la cabeza a los pies.
Los neanderthalenses los buscan con desesperación, con apetito voraz y con saña asesina de la cual no se escapan ni sus propios compañeros como lo evidencian los fósiles que abundan en los museos, compuestos de cráneos rotos, mandíbulas cicatrizadas, brazos amputados hasta el codo, piernas mutiladas y pómulos que demuestran ojos vaciados por instrumentos humanos y curados mucho antes de morir.
Todavía me aterra la idea de pensar en cómo encontraron al primero al pie de una fogata, a la orilla de un río caudaloso y quien cubierto con sus propias orejas para protegerse del frío del amanecer espera el regreso de sus compañeros. Fue tan brutal el mazazo que no le dio tiempo de envolverse cayendo en medio de las brazas, aullando con desesperación pero sólo logra dorarse uniformemente.
El olor característico y el hambre ancestral de sus verdugos les hizo dilatar sus fosas nasales expandiéndose con golosa catadura y, las gruesas mandíbulas se abrieron para dar inicio al festín antropófago, actitud que hasta la fecha nos caracteriza.
No les importó quemarse las manos al tratar de rescatar los trozos de carne ricamente sazonada con espeso cerumen que amarilleaba las orejas y, el excremento lleno de sales y deshechos que para ellos fueran exquisito gourmet.
De allí en adelante las orgías de carne, orejas y huesos chupaditos se hicieron imprescindibles en nuestra dieta carnívora.
La selección natural les permitió sobrevivir al desarrollar las orejas desde la cabeza hasta los pies para poder aguzar el oído que les permitiera escuchar a las fieras que los acechaban o para sentir las vibraciones de las nubes llenas de agua que ahogaban a cuanto ser vivo se encontraba en la superficie de la tierra.
Por esas razoneses que lo hicieron desarrollarse como tales, no solamente debemos culpar a los Homo Sapiens de su desaparición, ya que si Darwin tenía razón en un principio, en su aniquilación tuvo que ver, también: un cambio drástico que se llevó a cabo en la región de Malasia, principal lugar de procedencia,’
Según los científicos, el exceso de fósforo en los restos encontrados se debió a un cataclismo volcánico cuyas nubes de humo y ceniza evitaron por mucho tiempo la propagación del sonido degenerando su capacidad auditiva y la inutilidad de tan enormes cartílagos; enseguida, el descenso brusco de la temperatura y la falta de pelambre; y, además, la inutilidad de sus garras para treparse en los árboles.
El crecimiento exagerado del lóbulo izquierdo del cerebro tuvo que ser la causa de su tendencia a la creatividad, a la pintura, a los primeros jeroglíficos sin razón o significado aparente, esto lo suponemos por la costumbre tan diseminada en el mundo prehistórico de pintar en la cueva el medio ambiente que les rodea. Incluyendo a sus verdugos.
Los homo Sapiens, ya de actitud troglodita, como resultado de su incipiente comportamiento ego centrista no permitieron que existieran seres tan horribles, un poco parecidos a ellos, pero caricaturizados y deformes (aún los griegos tenían la costumbre de sacrificar a los recién nacidos deformes o a esclavizar a todo hombre feo o distinta condición) y que posiblemente constituían un eslabón con sus antepasados o una rama de origen común, por lo que había que destruir cualquier vestigio, comiéndoselos a todos.
Algo que demuestra las costumbres antropófagas de nuestros antepasados son las reminiscencias de esas costumbres, de envolver gran parte de nuestros alimentos, tales como tamales tabasqueños, barbacoa o pollo empapelado, pavo al horno forrado de papel metálico.
Esto en cuanto a su envoltura, pero con respecto a los rellenos, nos encantan las tripitas de leche (caca líquida), pancita rellena de baba, moco y alimentos macerados, menudencias con rastros de boñiga, salchichón hecho de hueso rojo, bazofia y carne en descomposición, cachete y labio con saliva, sesos al vapor, huesitos y carnitas condimentadas para cubrir su sabor putrefacto, colas achicharradas con restos de su esfínter anal.
Toda una variedad de sazonamiento que asemejan el sabor del cerumen, baba, orina y deshechos, en un ciclo interminable de comidas - excremento, excremento - comida, que arrastra nuestro subconsciente por los banquetes macro auriculados.
También se debe considerar la falta de reproducción ocasionada por las manifestaciones femeninas de “hacerse del rogar”, pues eran tan grandes sus orejas sutilmente se envolvían en doble vuelta, según su complexión, cuando no querían “nada de nada”, haciendo inseguro y más característico al macho, que aunque desde entonces se cree superior a cualquiera tiene que hincarse de rodillas y sujetarse al gobierno matriarcal a cambio de sus querencias.
No hay que descartar también que la naturaleza quizás al no encontrar un remedio infalible para nuestros primeros románticos pesimistas y de destino cruel, crea como terapia psicológica la risa y su medio para obtenerla, como son las terminales nerviosas de los pies, piernas, costillas, axilas y pubis, y los de arranque de loquera en contrapeso a nuestras pesadumbres, quedando este acto como algo humano y espontáneo capaz de aparecer en los momentos más comprometedores y difíciles como grotescas y ridículas de nuestra existencia.
Así es que además de todos los factores que te he mencionado, la naturaleza nos ha quitado ese bello don de ser orejasenvuelvecuerpos quedando horriblemente mutilados, para que cuando la vanidad haga presa de nuestros sentimientos al pensar que estamos llenos de virtudes eruditas, estéticas, antropológicas y sexuales, ubicándonos como en Non Plus Ultra de la naturaleza, claro, por culpa de nuestra propia pendejez que en realidad nos eleva al Yo Plus Caca de la humanidad.
Pero que bueno que esto lo notamos al vernos ridículos y desorejados unos con otros, no nos queda más que expresar nuestra humillación con una sonora carcajada.

Texto agregado el 21-10-2016, y leído por 65 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
21-10-2016 Me adhiero a lo expuesto por Gould con su teoría del equilibrio puntuado. Los procesos evolutivos están compuestos por largos períodos de estabilidad, interrumpidos por episodios cortos y poco frecuentes de bifurcación evolutiva. Algo así como las revoluciones que interrumpen y modifican las corrientes sociales vigentes. Su teoría contrasta con el gradualismo filogenético que defiende el cambio evolutivo como un patrón homogéneo y continuo. Interesante aporte. -ZEPOL
21-10-2016 Tampoco os he leído, pienso igual que laamantedemorfeo y os dejo * en cada texto. elvengador
21-10-2016 Te he puntuado con una estrella sin leerte por la falta de respeto hacia el resto de los miembros de esta página por haberla saturado con tus escritos monopolizando el espacio colgando tantos textos a la vez. laamantedemorfeo
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]