El día es húmedo y lluvioso. Poco a poco el salón se va llenando de estudiantes. De ese raro tipo de estudiantes que inauguran un curso o una carrera.
Es en esta ocasión, es el primer día de clases de una carrera literaria, que junto con filosofía e historia pretende modificar el curso de la cultura y las artes de la ciudad. No es fácil, considerando que a la oferta de la escuela concurren representantes de los grupos sociales más diversos de la localidad.
La planta de maestros no se queda atrás. La figura extraña, que hoy llega ante nosotros, corresponde a un chileno vestido con traje, americana de los 50’s, zapatos de charol estilo pachuco, impermeable transparente y paraguas remojado.
-Soll chileno, dice, soy periodista y escritor. Sonríe. Nos muestra una gran dentadura con los incisivos postizos como aparentando reír, pero sólo abre la boca un poco de lado mirando principalmente a las jóvenes del grupo.
Humberto, aspirando su pipa voltea hacia Bernal y sonríen.
Lucía les mira con benevolencia como quien entiende la actitud de dos chiquillos ante un profesor regañón.
En un rincón; olvidado por la escoba del empleado manual, se encuentra un frasco como de laboratorio o de conserva, abierto y sucio. Alrededor zumba una mariposa moribunda escribiendo garabatos en el piso.
(Y estoy aquí).
Comienza una conversación algo bizantina a partir de la introducción del maestro. Margil observa e intenta participar. Dorantes un poco desaliñado, entabla conversación a su alrededor expresando su disgusto por la afirmación tan rotunda del profesor.
(Estoy aquí)
Y me pregunto si no me equivoqué. Si acaso así serán las clases de literatura y si el tedio va a dar al traste con mi intención de ser profesional.
Miro el frasco y la mariposa. Me concentro en ellos.
-Aquí estoy, parece decirme el frasco… y, hace tiempo me abandonaron impunemente. Me dejaron vacío. La etiqueta dice que estuve lleno de mieles. Néctar de innumerables flores. ¿Cuántas rebosaron el corazón enamorado de mujer? ¿Cuántas otras el pecho inerte del ser amado?
(-Y yo estoy aquí).
Y la mariposa aletea desesperadamente. Cada vez menos vigorosa, la vida queriéndosele escapar. ¿Acaso fue crisálida antes de tu metamorfosis? ¿Y ahora? No puedo decir que está viva. En la víspera su alma luchaba por desembarazarse de su viejo cuerpo.
Incipientes literatos retumban con su voz la discusión infinita. Del viejo paraguas escurre un hilillo de agua, vencida por la gravedad, tocando a la mariposa y el frasco. La mariposa se agita y humedece al frasco. Los pasos del estío llegan ligeros, presurosos y apenados, traen consigo al Poeta Benito García quién espera ceremonioso la autorización del chileno, para sentarse.
De pronto, el maestro se interrumpe y comienza a pasar lista, a pesar de la promesa hecha a Graciela Albert que jamás haría tal cosa.
-Doctor, dice al final, dirigiéndose a Margil. Lo reverencia y es contestado de la misma manera.
[Un día le tendré que decir que soy panadero de profesión. Espero me lo exprese y me reverencie igual].
Mis condiscípulos viciando de humo la cálida atmósfera escriben a pedazos su arrebatada personalidad. Marcos Tizoc me enseña un poema. Martha Castillo le muestra algo a Hilda Ochoa. William Dorantes hace lo propio con Rita Guillermina. Solamente Berumen y Bernal tienen que atender al periodista profesional, castigados por la insolencia demostrada. Sonriendo socarronamente, el maestro, mira a su alrededor terminando su mirada en el anuncio de la pared.
-NO APAGEN LOS CIGARRILLOS EN EL SUELO ¿Miren!, COMPAGNEROS, LOS ANUNCIOS QUE PONEN EN HUMANIDADES. Jajajaja.
Perplejos todos se miran entre sí. Diálogos, discusiones. Soliloquios, pensamientos, llenan de sonoridad el espacio que el frasco y la mariposa equean simultáneamente. El cristal parece decirme:
[-tengo la inmensa posibilidad de ser eterno…” La materia no se crea ni se destruye”. Son voces que hace tiempo insistían entre la muchachada de la antigua preparatoria universitaria de la colonia Juárez y, que ahora reproduce el mismo eco de las nuestras. Soy un mineral cuya composición me ha atrapado en una contradicción: de apariencia sólida, de estado líquido. Es cierto. Soy producto de la civilización. Tal vez, me asomé en la hoguera antediluviana por primera vez, donde seres remotos perdían su animalidad…]
-Compañeros, voy a hablar de los arquetipos en la obra de Rulfo… (¿Arque qué?…

(-Y aquí estoy. El mañana está atrapado en el infinito círculo de lo eterno. Es como si la gravedad de mi cuerpo, empujara el deslizador sobre una ola sin fondo. Inacabable. Al eterno océano).
-SE TaRATA DE RESGCATAR LA IDEA. LA {IMAXEN} {¿JRTO}. ¡SIEVERS!?
¿ESTÁS ENOXADA?
-No maistro. No, es que…
-¡Lla!.
Bruscamente el profesor toma el paraguas. El frasco es lanzado contra el escalón. Parece gemir, balbucear:
(|”-Mil gritos destrozan mis entrañas. Las resonancias multi sonoras de sus charlas dejarán de existir. Ya no atraparé sus vibraciones ininteligibles. Las ramas anudadas de la escoba arrastrarán mi efímera existencia hecha añicos al igual que el fiambre del insecto que aleteaba junto a mí”. “Ya no estaré en este salón, y los poetas de la Primera Generación de Humanidades olvidarán mi existencia como la idea vizcainiana que los trajo hasta aquí” Tal vez mi recuerdo será una astilla incrustada en la suela del zapato del novel escritor que, creo, alguna vez sabrá darle vida a mi historia, para imaginarme, aunque sea, en este triste cuento}.