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Inicio / Cuenteros Locales / Darkyharry / NDEE - Cap 5

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Me puse a escribir rápido ya que NSM me llamó por teléfono justamente ahora, horas después de que salimos de la consulta de Fernando. Tengo el teléfono en altavoz mientras escribo lo que me va contando.

Me dice que después de la sesión nocturna en el establecimiento ha sentido los oídos tapados, pero pensó que había sido producto del mal pasar. Ahora lo nota con claridad y me dice que incluso le cuesta un poco escuchar cosas. Es como una leve sordera.

Estoy algo preocupado, debo reconocer y aprovecho de plasmarlo acá en el papel de la bitácora. A pesar de los exámenes algo alterados, nada físico ha salido mal dentro de los resultados. Suponiendo que el problema está realmente en su mente, entonces debo creer que tiene que ver con algo neurológico. Apenas termine de hablar con él llamaré a Fernando, creo que ya por mí lado no puedo hacer mucho más que escuchar a NSM y lidiar con su angustia haciendo que se libere de ella a través de las sesiones y estos llamados. Hace dos días que dejé de lado a todos mis pacientes y los derivé con colegas confiables para dedicarme de lleno a este caso que me envuelve.

Llorando me comenta que de verdad no quiere morir, que se siente en un estado crítico y al borde del pánico, que necesita compañía la mayor parte del día. Se siente perseguido, observado, incómodo y asqueado. Típicas sensaciones de personas que han sido violadas o violentadas sexualmente. Le digo que se venga a mi consulta y tocan el timbre inmediatamente. Ya estaba ahí afuera.

Corté y lo recibí con un abrazo. Estaba helado y el sol afuera era tan fuerte como el primer día que nos vimos. Le tomé la presión y todo estaba bien, no había fiebre ni síntomas de verse agripado. Le serví un té y lo dejé sentado en el futón donde se sientan mis pacientes. Le dije que iba a llamar a Fernando y que trataríamos de acompañarlo nuevamente esta noche. La hora en ese momento creo que eran pasadas las 15:30.

Le comentaba a Fernando lo preocupado que estaba yo y las reacciones físicas que estaba teniendo NSM cuando escuché un grito desgarrador desde mi habitación que me generó un escalofrío de terror tan fuerte que el teléfono se me cayó de las manos cortando la llamada con Fernando. Ni si quiera me agaché a recogerlo cuando otro grito tan o más desgarrador que el otro hace eco entre el cuarto y la cocina donde estaba parado. Me doy cuenta que tengo los brazos con todos los pelos erizados, la boca algo seca y mis ojos fijos en la puerta donde debería estar NSM absolutamente solo. Tuve miedo de avanzar y en ese momento de dar el primer paso un silencio exageradamente tranquilo invadió mi departamento. Arrastrando los pies sobre el pasillo alfombrado me acerqué y traté de comerme todo miedo. Lo que vi al entrar a la habitación era prácticamente indescriptible hasta que me dije que tenía que escribirlo acá:

NSM estaba completamente morado como si lo hubiesen estado asfixiando, las venas marcadas en todas las partes visibles de su cuerpo, tirado en el piso, encorvado sobre su espalda apoyado con la cabeza y la punta de los pies equilibrado completamente y todos sus músculos tensos. Di un paso atrás tratando de recomponerme de la impresión y lo primero que pensé es que le estaba dando un ataque de epilepsia, cuando me acerqué un poco más pude ver sus ojos blancos y sus dientes apretados como aguantando un dolor insostenible. Lo llamé por su nombre y no tuve respuesta. Lo llamé de nuevo y su cuerpo se relajó de golpe dejándose caer sobre el piso expulsando un quejido de desmayo muy parecido al que habíamos escuchado con Fernando la noche anterior en su consulta.

Mi primer reacción fue enderezarle el cuello y abrió los ojos casi instantáneamente al verme se sorprendió y me dijo que ya no había lugar para estar tranquilo, ni despierto ni durmiendo su cuerpo estaba a salvo. Sudaba tan frío como estaba su cuerpo y al notar su cuello vi unos moretones que me dejaron perplejo: era una mano completamente clara con largos dedos que rodeaban su cuello por la parte frontal cerca de su manzana de Adán. Eran marcas fuertemente azules, color zafiro. Le pregunto si siente algo y me dice que no. Claramente el shock puede que lo haga sentir poco, pero me preocupan esas marcas. Lo ayudo a levantarse y apenas pone un pie derecho, vomita y se desmaya nuevamente. Logro sostenerlo apenas, su cuerpo ahora es casi un peso muerto, termino de recostarlo en el futón y corro a la cocina a llamar nuevamente a Fernando.

Fernando viene en camino, me dice, me pregunta qué mierda pasó, con esas mismas palabras. Me dice que logró escuchar un grito y la llamada se cortó. Le explico lo escrito en esta misma entrada y logro escuchar que sale de su auto y me dice que es grave lo que cree, que nunca había visto un caso así, pero que cree recordar un caso muy parecido en otro país, me pide que le abra la puerta del edificio.

Corto el teléfono. Miro el reloj de la cocina y no entiendo absolutamente nada, son las 15:33 en mi reloj en la muralla. Miro el reloj de mi muñeca y es otra la hora, 16:22, voy a mi escritorio y en mi celular son las 15.33. Le abro la puerta del departamento a Fernando y le pregunto la hora. 16:24 tiene él en su celular. Le comento lo extraño de mis relojes y veo que no se han echado a perder, simplemente están retrasados, han avanzado 3 minutos desde que los vi después de colgar hasta este mismo minuto donde ya pasé de escribir a grabar en mi grabadora. 15:37 ahora en mi celular. Fernando llama a una ambulancia apenas ve el estado de NSM y yo recién me puedo sentar.

Desde mi asiento observo la quietud, la tranquilidad de NSM en su inconsciencia, creo que debe ser el único estado donde no está sufriendo. Su misma mente se apaga para hacerlo descansar, me digo a mí mismo eso tratando de convencerme de algo, ya que la experiencia de hace algunos minutos me ha dejado acabado. Cansadísimo. Tanto que me cuesta mantener los ojos abiertos, pero tengo miedo ahora. Miedo a que si los cierro, lo mismo que está en estudio dentro del cuerpo de NSM pueda ser contagioso o por el simple hecho de lidiar con este stress de trabajo y apegarme tanto a la relación que ya hemos hecho con el paciente me ligue en una vicariedad tan extrema que haga que vea cosas en mis sueños o simplemente que el ente invada mi cabeza sin previo aviso.

Llegaron los paramédicos alrededor de las 16:45, me estaba tomando un café antes de salir y Fernando hablaba con ellos dando detalles de lo que había sucedido. Eran buenos con el manejo del paciente y notaron que también a pesar de estar completamente desmayado, su cuerpo no presentaba alteraciones más que los moretones que yo también vi. Lo metieron en la ambulancia y bajamos hasta el centro al hospital en el auto de Fernando. Antes de cruzar el umbral de entrada tras la camilla que llevaba a NSM, Fernando me preguntó con mucha seriedad si estaba dispuesto a seguir con el estudio. Le dije que sí, no podría seguir tranquilo si no logro descubrir qué es lo que NSM tiene dentro de su cabeza que puede generar tanto poder y tanta violencia contra su propio cuerpo. Ningún caso de esquizofrenia que haya visto en estudios de psiquiatría o psicología han sido tan severos como éste. Fernando me dice que si su mente está generando todo, puede que estemos frente al primer caso en el país de una psicosis con trastorno de personalidad y tendencias suicidas ligadas al inconsciente personificado en un atacante.

Estoy perplejo ante lo que me explica Fernando de otros casos. De verdad la mente puede hacer todo eso, me pregunto mientras él sigue dándome datos importantes para considerarlos en los estudios. Concluyo que estamos a merced de una mente dual y lo que más me intriga es saber si quizás podemos comunicarnos con esa personalidad y tratarla.

Entramos al hospital y el médico que está viendo a NSM nos llama a su despacho, la situación es crítica: Tiene marcas de manos por todo su cuerpo y nos explica que a pesar de ser parecidas a las que vi yo en su cuello, parecen ser de diferentes "personas", declara el profesional. Fernando me mira con la boca abierta y yo, yo vuelvo a sentir el mismo escalofrío de miedo que sentí en mi departamento cuando escuché el grito de nuestro paciente en cuestión, no sé si estoy durmiendo o no, pero a lo lejos escucho un sonido de campanas lejanas como las que NSM describió, comencé a sentir frío y un viento que me acariciaba la cara a pesar de no haber ventanas en la sala donde estábamos sentados, sin darme cuenta Fernando me está moviendo tratando de traerme a tierra nuevamente.

Un grito ya conocido por mis oídos se escuchaba afuera de la oficina del médico.

Texto agregado el 20-10-2016, y leído por 54 visitantes. (0 votos)


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