Terminé la lectura de “Cerca del corazón salvaje”, de Clarice Lispector. Me ha costado mucho tiempo y atención, comprender el texto. Lispector, en ésta su primera novela, opta por tomar un tono intimista y registrar en detalle todo lo que interiormente siente y le acontece a Juana, la protagonista. Atisbamos el interior de su alma para darnos cuenta de sus dudas, creencias o cosas que inventa. En largos monólogos nos permite ir explorando y descubriendo lo más recóndito de sus pensamientos, sus miedos, sus errores, sus fracasos; asistimos a la percepción que tiene de su entorno, la gente que la rodea y con la que tiene trato, su particular forma de enfrentarse a ello. Juana es joven, esmirriada, de senos pequeños, no muy guapa, más bien fea, según la define Octavio (el hombre con quien tiempo después se casará); sin embargo ella lo atrae, aunque lo haga sentir apocado, inferior en muchos sentidos, en inteligencia, en la forma de enfrentar la vida. Él asegura amar a Juana, pero ello no le impide tener a Lidia, su ex novia, como amante. Lidia está embarazada y va a tener un hijo de Octavio.
Juana no comprende muchas cosas, a ratos se muestra insegura, vulnerable, llena de un montón de dudas que la hacen reflexionar a cada momento y cuestionarse si lo que hace o dice, es lo correcto. Al final todo eso no le importa gran cosa, porque la realidad es que su alma femenina es fuerte, cuestionadora, rebelde, casi salvaje. También ella se consigue un amante; más bien el hombre (así lo designa Juana), es quien se le acerca, la sigue, la acecha. Terminará por permitir ese acercamiento, que no sabe hasta dónde la llevará. Nunca conocerá ni querrá saber el nombre de su amante, a quien le pide que no le cuente nada de su vida personal, porque ella no está dispuesta a contarle nada de la suya.
Juana es una mujer que ansía vivir; no de la forma cotidiana y ortodoxa en que se desenvuelve la vida de gran parte de mujeres; ella se considera especial y sabe que en su interior existe un abismo muy hondo, profundo, incapaz de llenarse. Es de ahí, desde donde clama el alma rebelde y salvaje de Juana su derecho a manifestarse, a ser tal como es, a demostrar que con sus actos ha hecho lo que debía hacer, que su vida y forma de sentir, de enfrentar el mundo, no han sido vanas.
Juana y Clarice Lispector, me parecen dos seres (¿o es uno solo?) extraordinarios. Y este libro nos permite entrar al mundo personal de ambas.
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