Sacramental

Anoche conversaba con una amiga de Colombia de visita por estos días en casa, analizábamos la vida y disfrutábamos el último café antes de retirarnos a nuestros dormitorios , pero el viento comenzó a danzar con cierta agresividad, remeciendo los árboles, golpeándolo todo, filtrándose por cada rendija que le diera paso, moviendo las nubes que se sumaban su frenesí dejando caer las primeras gotas del temporal que ya estaba anunciado.

Mi compañera se asusta fácil por lo que alcancé a darme cuenta y se daba vueltas hacia la puerta cada vez que ésta se remecía por las ráfagas que la golpeaban con violencia. Así que para que se calmara se me ocurrió que saliéramos afuera, para mostrarle la belleza de este baile entre las ramas y los techos.

No sé si mi amiga perdió el miedo pero, sentarnos en el jardín mientras el pelo se nos alborotaba y el frío nos calaba los huesos, sentir el placer que esto provocó a mis sentidos, fue una experiencia absolutamente sacramental, que hizo volar mis recuerdos a tiempos lejanos, felices y sinceros.