EL MENSAJE
Millones de estrellas titilan en el espacio.
Detenido- como un ojo contemplativo, con su resplandor plateado y su aureola de luces un Objeto Volador No Identificado emite destellos intermitentemente.
Una capa ígnea se extiende como manto nebuloso sobre la superficie de la tierra .Capta. Capta, inmóvil, con sus radares funcionando en forma intensa en busca del conocimiento del planeta Tierra y de sus habitantes. Es la búsqueda en el universo, de nuevas vidas y de nuevos sentimientos, tal vez desconocidos. Estático, en el cielo, el OVNI envía una orden que alguien debe cumplir en la tierra para informar sobre este planeta...
Un hombre camina, lentamente, por la falda del cerro.
Nadie lo apura, sólo el tiempo que va dejando su huella imperceptible en cada centímetro de su piel. Va hacia un lugar indeterminado. Intuye, inconscientemente, que tiene una misión que cumplir, pero no sabe cuál realmente es. Únicamente avanza, dejando volar sus pensamientos que cómo aves liberadas al espacio, se alejan directamente al infinito. No necesita ordenar nada, solamente dejar que fluyan los pensamientos y las ideas en su mente y dejarlas que salgan como partículas eléctricas de su cerebro, espontáneamente, reflejando lo más profundo de su alma para ser transmitidas al exterior, dando a conocer quiénes y cómo somos los terrestres.
Cuando uno camina solo por la orilla del mar, contemplando el vaivén de las olas que descansan suavemente en la arena o, cuando en el campo mira el verdor de los árboles contempla las noches estrelladas en que salpican, coquetamente, millones de minúsculos guiños y después, contempla las chimeneas infestando de polución el cielo, contaminando toda una ciudad, uno se pregunta por el Hombre, por su forma de vivir...
Somos el centro del universo, de las ideas y los verbales paladines de la verdad y la justicia. Mas, sinceramente, muy dentro de su ser, veremos cuán curiosa es la personalidad humana.
Desea ser comprendido pero no desea comprender a nadie. ¿Para que? Habla de paz, paz personal, paz universal, paz eterna y todo se derrumba con sólo mirar en su derredor. Bombas, odio, destrucción. Y todo eso es normal, porque lo normal no altera el todo.
Se puede atentar en contra del Papa. Se puede atentar en contra de la juventud. Se puede atentar en contra de los niños y la indiferencia contemplará, ávidamente, el resultado.
Los sabios se sientan a discutir la mejor manera de destruir el mundo. Polemizan sobre la forma más rápida de exterminar la humanidad y, por ende, la de auto-eliminarse en la forma más acelerada posible. MURUROA, ejemplo de la tontería y la irresponsabilidad humana. Ejemplo de la creencia del poder irracional de un Presidente de un país. Cómo ése, los gobiernos entregan el dinero recaudado de los amantes de la paz para cancelar los sueldos y los experimentos de los sabios del mundo.
La guerra nuclear ya es un hecho. ¿Hay que aplaudirla? ¿Hay que rechazarla? Pero, ¿para qué rechazarla si la mente y el espíritu son eternos? ¡Qué importa que nuestro cuerpo sea destruido si la mente es eterna! Las grandes potencias deben seguir construyendo bombas nucleares para lograr la supremacía e imponer la paz por la fuerza. ¡Paz por Guerra! El que logre intimidar al opositor más débil o más crédulo, será el amo del mundo ¿Para qué desea ser el amo del mundo? Pero, ¡Vamos! ¡Vamos!. ¡Cómo no ser el amo del universo cuando esa es la única razón de la sinrazón! Y, aún así, se dice que somos humanos y que tenemos sentimientos. Sí. Se tienen sentimientos hasta para distribuir la droga entre los jóvenes y los niños, para hacerlos volar irreales, para hacerlos vivir el mundo mágico de las imágenes a costa y sacrificio de la inmolación de la mente. Las drogas continuarán elaborándose, produciéndose, cada vez más refinadas, con más alta pureza, en laboratorios altamente sofisticados para ser distribuidas y exportadas, enredando, en su maraña, hasta a aquellos ilusos que un día quisieron detenerlas. ¡Detener la distribución de la droga! ¡Qué absurdo! Si hasta un Presidente de la República indulta a un narcotraficante: por su buena conducta y para aplicar la verdadera justicia. Son sus palabras...
Mira y contempla el mundo y te darán tercianas. Pero si el mundo te mira y te ve con esa expresión de asco en tu rostro, dirá que eres un neurótico o, si tu posición es más elevada dentro del rango animal, te dirá que eres un anarquista.
¿Quién puede comprenderte si tú mismo eres la negación de ti mismo, de todo lo que predicas y de todo lo que entregas? Haz lo que digo y no lo que hago. ¿Quién dijo esto? No importa. Ya lo dijeron. Mis enseñanzas son para los demás. Yo no pertenezco al grupo insatisfecho que necesita de tus enseñanzas. Todos me enseñaron la maldad, me la inocularon. Me dijeron cómo era ella y cómo evitarla. Y, cuando abrí los ojos, vi que me habían convertido en parte de sus enseñanzas. Disimuladamente o arteramente me habían introducido en el verdadero mundo al que me tenía que rebelar. Me entregaron, en la semilla de mi cuerpo, el primer capullo de la maldad. Me acunaron con canciones de amor y esperanza acompañadas de estertóreas bombas que detonaban y destruían las ciudades del mundo. Me quitaron mis juguetes para convertirlos en vainillas de plomo y muerte. Te explican que la guerra y la muerte son necesarias para conservar la vida. Tratan de convencerte y te convencen. Hoy te regalan juguetes destructores. Mañana serán armas mortíferamente juguetonas. Hoy, cada niño debe recibir en sus manos languidentes por el hambre, un mortal juguete. Pero, ¡Cuidado! No hay que olvidar que hay que continuar construyendo armas y artefactos nucleares porque son necesarios para la defensa. No te importen esos millones de rostros lacerados que mendigan, tétricamente, un pedazo de pan. ¡Cuidado.! Cada centavo que inviertes en dar alimentos a esos desgraciados que hasta miran malolientes, son centavos menos que algún día te faltarán para la fabricación del arsenal bélico que necesitas. Mas tarde puedes, lamentarlo. Mientras el hambre los acose, estarán inertes y sólo te mirarán con ojos desencajados, sin deseos siquiera de rebelarse. No vayas a darles unas migajas, porque juntarán sus fuerzas y empezarán a exigirte la torta completa. ¡Deshazte de ellos! ¡Pronto ! Pues si una vez le das algo, te lo exigirán cómo una obligación, después. Será una obligación pues tuviste la debilidad de dar. Esa es la ley de la vida creada por el hombre, como un homenaje al propio hombre. Una creación tan absurda como la creación de los cohetes espaciales que cruzan el cielo perturbando el silencio celestial con su estrepitosa polución. Millones de decibeles distribuidos en generosa orgía de ruidos y velocidad. Millones de monedas unidas, una a una, en milagrosa red de minúsculos micro-organismos humanoides que dan vida a costosísimas computadoras que investigan e investigan .¡Cuántos millones de fuentes de comida sirven para alimentar el cuerpo de un cohete espacial! ¡Cuántos millones de alimentos hay que quitar a los cuerpos famélicos para ser transformados por la maravillosa mente humana en energético combustible que impulsará la investigación! Investigar,¿qué? Investigar la nada, lo ajeno al cuerpo humano, los recónditos lugares en donde existe la paz, el lugar lejano de la maldad humana. El lejano lugar en donde aún hay paz, bondad, aceptación y conformidad. Encontrar ese lugar para poder inocular el virus terrestre, el odio, la destrucción, la maldad por la maldad y, así, lograr el equilibrio universal. Y , aún más, poder gobernar allá, poder crear allá, poder dar el toque humano y dejar a todo el universo vibrando al son de lo humano y, competir, de igual a igual, con lo divino.¡ No.! Compitiendo, no. El hombre no puede competir con lo divino. ¿ No es el hombre engendro de Dios? Dios es todopoderoso. ¿ O es Dios engendro del hombre ? Dios no tiene principio ni final. Es eterno. Entonces, el hombre es Dios. Desde que apareció en la tierra tiene el toque divino. El hombre nunca tuvo principio no es bestia, ni planta ni mineral animado. Nunca tendrá final. El hombre es Dios. Como Dios está creando, a su semejanza, entes de laboratorio cada día más perfectos . Seres que, cada día, se parecen más y más al hombre. Primero, hombres-robot. Hoy hombres clonados. Hombres clónicos La perfección más maravillosa. Sí. Somos Dioses. Dioses de la creación. Dioses omnipotentes e intrépidos que no creen en la destructibilidad del mundo y menos de la del universo. Si se destruyera, son capaces de crear un universo nuevo, un universo más perfecto que la misma perfección. El hombre es más que Dios. Es menos altivo, es más humano. Siente y cree en sus semejantes mientras no lo estorben. Es la esencia de la bondad que desea transmitir a su descendencia, si es que algún día queda descendencia.....
El hombre no importa cómo se llame medita sentado en la roca, mira el horizonte. Observa el amanecer y piensa mientras las primeras luces del alba comienzan a correr las cortinas del día.
Contemplará el sol de los atardeceres cuando se hunde en el infinito de la noche. Se deleitará con la magia de la naturaleza y concluirá que el hombre es incomprensible, que es la negación de su propia esencia. Es el siendo que no debería ser.
Se levanta de su asiento y comienza su retorno, lentamente. Tan lentamente cómo cuando fue impulsado a caminar sin saber por qué a los cerros, al mar, al horizonte....
Los minutos, las horas, el tiempo ha pasado. El mensaje esperado fue recibido.
Nuevamente los motores invisibles empiezan a trabajar y, cómo una centella, el Objeto Volador No Identificado cambia, inmediatamente, el rumbo que traía para perderse en el infinito del tiempo.
Una tenue estela de humo se va confundiendo con la niebla del amanecer
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