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“Ron y el libro encantado”

El piso de madera crujía bajo los zapatos de la abuela mientras daba vueltas por la habitación, las tablas se quejaban como si fueran a partirse en pedazos. Era espantoso caminar de noche en esa casa debido a aquel ruido insoportable.
Ron lo sabía muy bien cuando perseguía al gato que se escondía de el entre los muebles. Aquel perro, hacía lo imposible para que el piso no delatara el paso de sus pesadas patas. El gato nunca entendió las provocaciones del perro, este, solo quería jugar hasta quedar exhausto, eso lo hacía olvidar por un instante su vida doméstica. Su plana existencia de animal subyugado bajo la dominación de los humanos, así, esa vida se hacía más grata en compañía del gato. Las horas transcurrían eternas, yendo del patio a la cocina, masticando sus galletas, rascando sus costillas. Ron se recostaba frente a la ventana esperando que el tedioso día acabara de una vez para que la noche hiciera su aparición. Durante la tarde se ocupaba, de jugaba a atrapar moscas con su rápido hocico, pero las volátiles siempre huían.
Al llegar la oscuridad, como de costumbre Ron esperó pacientemente que la abuela apagara la luz de su cuarto. Para estar seguro, se sentó frente a la puerta y miró fijamente el piso iluminado, puso atención en sus patas, estaban mugrientas y le sobresalían unas enormes uñas. Que patas tan feas, se dijo. De improviso la luz se apagó.
De inmediato, se encaminó hacia la biblioteca, estaba tan feliz, por fin se durmió la abuela, ya es hora dijo Ron.
Empujó la puerta con su nariz hasta abrirla. En el interior del recinto sin encender luces, con sus ojos adaptados a la oscuridad, se sentó satisfecho en la alfombra frente a las estanterías, suspiró profundo y detuvo su mirada en los libros. Por su cabeza flotaban miles de imágenes, recuerdos, voces, close up como chispazos y olores intensos.
Se acercó a un interruptor y presionó con su pata hasta que la lámpara se encendió, la biblioteca era un lugar espacioso, decorado en rojo y negro, los muros cubiertos de estanterías ofrecían libros desde el suelo hasta el techo. Un sofá rojo se iluminaba completamente bajo la pantalla de la lámpara que acababa de ser encendida y sobre el sofá un libro de tapas negras. Ron sacó la lengua y tragó saliva al verlo allí, tal y como lo había dejado la noche anterior.
Miró el reloj de pared, eran las 22:15 p.m. tenía tiempo aún, mientras la abuela durmiera, contaba al menos con ocho horas de ventaja.
Se sentó en el sofá, abrió el libro con la nariz y listo, comenzó a leer. Su pupila derecha color azul parecía moverse más velozmente que la izquierda color marrón, mientras sus ojos avanzaban por cada página, ansioso por encontrar lo que buscaba, de pronto escuchó ruidos en el pasillo. Era gato que entraba en la biblioteca atraído por la luz. En el umbral de la puerta se detuvo y alzó los bigotes con una extraña tensión…no podía creerlo, Ron leyendo?, el gato no daba crédito a lo que estaba pasando, pensó que era una alucinación. Más atraído ahora por el calor de la chimenea encendida, entró en puntillas, caminó por la alfombra y se recostó frente al fuego, debo estar soñando pensó el gato, los perros no leen…a lo más tratan de imitar a los humanos en sus insólitas costumbres…abriendo su pequeño hocico negro que dejó entrever una rosada lengua, bostezó burlescamente, y estirando las patas traseras se quedó dormido.
Ron que en su fuero íntimo tenía aprecio por ese gato, lo dejó dormir, y continuó con la lectura.
Por fin llegó a la página que buscaba.
Capítulo X “Cambios de identidad”, “Receta para romper hechizos de cambios de identidad”, “Como transmutar de humano a fantasma”, “Como transmutar de animal a humano” aquí está!
Finalmente lo había encontrado, tenía todo pensado desde hacía muchas noches.
El conjuro necesitaba como ingrediente principal pelos de gato negro, al leer esto gato abrió los ojos, movió las orejas en dirección a Ron, se puso de pie luego de una buena estirada y se marchó rumbo a la cocina, es hora de una sabrosa fuente de galletas de pescado pensó, tras eso desapareció. Ron olfateó la alfombra buscando pelos del gato, encontrando varios, ya está, manos a la obra ya tengo lo que necesito.
-Que porquería de televisión, ya no saben que inventar, refunfuñó la abuela, con ánimo enérgico buscó el control del televisor para apagarlo, pero no lo encontraba entre las mantas de la cama.
-Tendré que levantarme a apagar este aparato.
En el silencio de la noche se escuchó un potente flash que venía de la biblioteca.
-Ron, que hiciste perro estúpido? Qué ruido fue ese? Deja en paz ese gato!!
-Acá está el control del televisor, dónde se había visto algo así?...un perro que lee libros, que estupidez de película.
Dicho esto apagó el televisor y la abuela se echó a dormir.
En la cocina gato que disfrutaba tranquilamente sus galletas de sabor a pescado, levantó los ojos erizado de pies a cabeza, un hombre con hocico de perro lo miraba desde 1:75 cm. de altura.

Texto agregado el 17-10-2016, y leído por 163 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
19-10-2016 Muy bueno ***** grilo
18-10-2016 Ohhh... buenísimo!! Me encanta tu ingenio sheisan
17-10-2016 buen texto bien manejada la fantasía seroma2
 
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