DOBLE REALIDAD

Y de pronto despertó. Levantó la mirada. ¿Donde estaba?, ¿Que estaba sucediendo? El insoportable dolor en la cabeza impedía que Dam tomara conciencia de donde se encontraba. Recostado en las raíces de un árbol, perdido en la negrura del bosque.
Solo el y su débil conciencia de donde se hallaba.

- ¿Que está sucediendo?

Poco a poco la lúgubre oscuridad del bosque fue disipándose para dar paso a los primeros rayos del sol. Todo era mas claro, no solo por la luz que iluminaba el ambiente y proyectaba las enormes sombras de los arboles, sino que ahora empezaba a recordar por que estaba ahí.
Hace una semana, el y su esposa Katherine, habían alquilado una cabaña para pasar su ultima semana de vacaciones. Recordaba que el día anterior habían salido a recorrer el bosque. El cálido atardecer otorgaba una magia especial a ese lugar, sumado al canto de las aves era simplemente el lugar perfecto para dar una caminata.

De pronto el dolor se hizo mas intenso. Ahora lo recordaba todo.
Tras horas de estar caminando el día anterior, él y Katherine se perdieron. Vio a todas partes y a todos lados, no sabía donde estaba y lo que era peor aún; no estaba Katherine, también se había extraviado.
De pronto todo fue borroso, solo recordaba que estaba corriendo desesperadamente por el bosque, agarrándose la cabeza. Aún no entendía como se había hecho eso, solo que sangraba mucho.

Caminó unos diez minutos, tan lento como el dolor le permitía hacerlo. De pronto, delante de si, vio una sombra extraña. Extraña y familiar a la vez. Pero eso no fue lo que lo asustó. Esa “cosa” tenía un arma en la mano.
Su instinto le hizo correr tan rápido como podía. Tropezó. Cayó. Desesperado por no hacer ruido, se quedo quieto.
De la nada apareció nuevamente esa sombra. Se acercaba.
- ¡Oh Dios mío!
Estaba cada vez más cerca. Dam cerró los ojos. Poco a poco esa sombra se fue acercando hacia él. Podía sentir su respiración agitada, sus manos sudorosas.
Se arrodilló delante de él, con sus frágiles manos toco el rostro de Dam.
Le pareció familiar la caricia.
La sombra se alejo. Agarro el arma. Dam abrió los ojos y no pudo creer lo que vio. No podía concebir la idea de que ella estuviese ahí, delante suyo, con el arma. Sintió el sonido del gatillo.
Lo hizo. Disparó.

De pronto sintió toda esa electricidad por su cuerpo. Katherine, atada a la silla eléctrica, fue arrancada de su ultimo recuerdo, su ultimo sueño. Esos últimos segundos de vida.
Pudo visualizar en la sala, detrás de un denso cristal a la familia de Dam. A Nora, la madre de Dam, mirándola con todo el odio que una madre puede tener al ver delante de si a la asesina de su amado hijo.
Al otro lado de la sala estaba Joseph, un guardia de no mas de 30 años, mirándola fijamente a los ojos con tanta frialdad como nunca había visto en otra persona. Quizás Joseph había perdido la compasión por aquellos a quienes les tocaba recibir este “castigo” por haber asesinado a alguien.

Sola ahí, en esa silla, viendo pasar sus últimos segundos de vida delante de un grupo de gente que la miraba con el mayor desprecio. Y en esos pocos segundos de su vida, Katherine pudo ver nuevamente a Dam.
- Discúlpame, en verdad lo lamento.
Poco a poco toda la electricidad fue quemando sus órganos internos. Perdía conciencia de la vida. Y en su último aliento, lo único que trato y pudo decir fue: Dam.