Inicio / Cuenteros Locales / pnovoa / Gritar en silencio
La noche que perdí las manos fue emocionante. Mi abrigo de piel de mofeta dormía en sus bigotes sobre el asiento trasero. La luna se veía inmensa y amenazante, casi palpable, como el silencio de alguien sorprendido. Mis tetas aburridas sostenían el maldito tiempo-espacio de Einstein. Mi cabeza confusa. El cigarro entre mis dientes, eterno. La correspondencia no había llegado esa mañana y ciertamente, debo decir aquí, sin manos, que extrañe profundamente por primera vez que nadie me escriba. Me sentí muy lejos de casa, así que arrodillé el dolor y me recosté sobre la almohada de mi cama enorme a veinte millones de años luz, imaginando.
Lo peor fue despertar dentro de ese blanco acuchillante que derretía el rimel de setenta y cinco dólares. Lo peor fue despertarme y no ser un camélido en el Tíbet, o que se yo, una garza, un astronauta, pero rodando en mi automóvil Alemán me escupí por la ventana, y ya nada importó tanto.
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Texto agregado el 14-09-2004, y leído por 134
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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22-09-2004 |
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Las palabras se te escapan. Claro, como no tienes manos. elhombreazulon |
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14-09-2004 |
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que horror perder las manos y como escribiste esto? toomesi |
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14-09-2004 |
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crasshhhh! bacán! a decir verdad, después de que dijo lo del rimel de 75$ ya más o menos tenía ganas de que pasase algo por el estilo. rafeal |
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