A MI YAYO JOSÉ
En el camino, andando,
sisea rítmico tu pantalón de pana,
presagian racimos de uvas,
jugosas cerezas blancas,
Me agarro a ellos,
refunfuño apresurada:
-Yayo, me canso…
A tus hombros fuerte y tiernamente me alzas.
-Yayo, ¿porqué las cerezas blancas?
-Una nube las rozó dejándolas inmaculadas.
-y ¿porqué rojas o rosadas?
- cuando las asustas mucho, tornan la cara,
asemejan a una niña avergonzada.
- Y ¿ese trigo que baila, y ese pájaro que canta?
-A todos los hizo Dios para alegrar la mañana
-Y, yayo, ¿quién es ese Dios, el Jesusito que por las noches reza la yaya?
-Ese mismo, corazón
-Y, yayo…
- Mira y cayaaaaa
Dice poniendo en mis labios un dedo de agotamiento ante anta perorata
Dejo un beso de inocencia
que acoge un viejo que acaba
abriendo grandes mis ojos
rozando suave su cara,
una descubriendo el mundo
el otro aliviando el alma
el cuerpo enjuto y cansado
en últimas bocanadas
Dando paso al brote tierno
el tronco en tierra se enraiza
esto debe ser la vida
eslabón de larga marcha
en ti, querido, reflejo a mis hijos
Mi alma en todos engarza.
Ahora estas muy lejos yayo,
o quizás dentro te hallas
en pequeños bocaditos
de dulces y tiernas nanas
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