Era tan impecable su belleza Que ni la lluvia parecía tocarla Como doradas espigas del estío Se agitaba su cabellera al viento Crujen las hojas secas del otoño Bajo el peso de los recuerdos El brillo de su mirada era tan letal Como dagas resplandeciendo en la noche. A veces tus silencios Dicen más que mil palabras. Afuera llovía a cántaros Por un instante cerraste los ojos Y te robe un beso. Si la vida es breve Cuanto más un amor Suelo perderme entre recuerdos Pero tú nunca sueltas mi mano. Acostumbras a mirarme en silencio Pero tu sola mirada habla por ti. Una golondrina solitaria Dibujo el invierno y mi soledad
Texto agregado el 15-10-2016, y leído por 121 visitantes. (2 votos)