El Proctólogo de Ricky Martin

-Doctor, lo buscan en recepción

En un tono seductor, su secretaria le informaba de la presencia del primer paciente del día.

-Hágalo pasar

Julián del Pino, se había recibido de médico en la Universidad del Litoral y se había especializado en proctología.

Habiendo tantas disciplinas había elegido la peor; por su consultorio pasaban hemorroides, estreñimientos, fístulas, colitis, incontinencias, abscesos y todas las patologías humillantes que pudieran existir. Rara vez recordaba la cara de sus pacientes, más bien los relacionaba con sus deterioradas partes.

En las reuniones sociales, la sola presencia de un galeno, es factor de atención de su concurrencia.

No ocurría lo mismo con Julián, que al pronunciar su especialidad, se terminaba el diálogo. Trances difíciles que dejaban mudos a sus tertuliantes, que no podían restaurar la plática, atinando en el mejor de los casos a asentir con la cabeza e inmediatamente pasar a hablar del tiempo.

Siendo una de las profesiones, la de médico, que más atrae al sexo opuesto, por lo abnegado y sacrificado en pos de salvar vidas, no resultaba efectiva en este caso, más aún lo alejaba a la hora de sus conquistas amorosas.

-Buenos días, doctor- Se le presentó cabizbajo su paciente

Su imponente figura traspuso la puerta del consultorio, una remera negra, jeans y unas nikes flúo. El mismísimo Ricky Martin con sus 1.82 metros de estatura y un encanto de otra tierra.

Afuera lo esperaba su representante, y comenzaba a llegar la prensa.

-Vea doctor, hoy vengo a hacerle una proposición.

A pesar de sus 45 años casi parecía el mismo adolescente que estremeció a toda una generación con su banda Menudo.

Era una de las pocas veces que Julián no quería revisar a su paciente, que lleno de fama y gloria se humillaría ante el galeno.

Se imaginaba la escena al llegar a su casa

-Querido, ¿Cómo te fue hoy?

-Nada común, le tuve que revisar el culo a Ricky Martin

Un momento que nunca iba a ocurrir, ya que con su esposa habían convenido que nunca le preguntaría por sus pacientes y sus dolencias.

En el coqueto consultorio, pintado de blanco níveo, con reproducciones del artista ruso Vasili Kandinski, su preferido.

-Le voy a pedir que escuche atentamente lo que le voy a decir, Ud, luego me dirá si acepta o no- Continuó el boricua.

Si más prolegómenos, se lanzó con la historia más extraña que le toco vivir.

Con su representante idearon una historia en la que el cantante se realizaría unos supuestos estudios que lo pondrían en el candelero de la opinión pública y luego poder lanzar sus temas de su próximo álbum, aún inconcluso. Y para ello contaban con la colaboración del prestigioso doctor Julián del Pino.

-Lo importante no que la noticia sea mala, simplemente que sea noticia y otra vez en carrera.

En ese momento el proctólogo se salió de sus cabales, con una mezcla de indignación y humillación y lo invitó a retirarse.

Ya en la puerta del consultorio atestado de periodista el cantante acuso al profesional de haberle realizado mordiscos en su trasero.

-¿Como, fue?¿Le dolió? Preguntó el reportero

-No- respondió, fue solo una mordidita.

Ya en su limusina empezó a repetir la frase con el tono musical que solo su talento puede realizar

La mordidita, oh oh, la mordidita, oh, oh, de tu boquita….

De allí directo al premio Billboard Latino 2016.

Ya lo decía mi abuela, hay gente que nace con estrellas y otros estrellados

OTREBLA