De vuelta al alter ego imprudente de laberintos tortuosos, desengañado de mis retornos perennes.

Hay pocas razones distribuidas para mi a donde busque, a donde sobreviva volando entre el aire sangrando por mis lesiones taciturnas y aventuras expiradas.

Un libro se devora las hojas que van desapareciendo en la boca de sus ojos inmolados y nadie puede salvarles, esta tendido sobre arquetipos de confusiones que van saltando sobre sus caprichosas formas de divisarse tras un rectangular espejo que va fracasando mientras se actualiza por si mismo, llenado su memoria de reveces oblicuos que no sabe comprender, y se deposita encerrado a una niebla que huele a luces jamas encendidas, por culpabilidad tiritante.

Nadie me quiere sacar de acá, solo estrujo la imagen de tu partida por la ventana que va a dar al basurero, donde me dijiste adiós en aquella pesadilla que se repite como temporada de agonía, como baches en el camino a ningún lado, donde la memoria hace su agosto formateando y reinventandose.

De ida nuevamente al retorno del abismo, nadie diga nada, nadie siquiera sugiera algo, nadie tiene el derecho siquiera a intentar comprender.

Sobrevivo al contorno de un estruendo que me tiene encadenado a su esquina misógina donde cumplo el precepto de desazón, y la locura de mis realidades lejanas, tatúan besos que me dieron y alguna vez olvide.
Hoy han venido todos esos difuntos sentimientos a explotar como reclamos a este cambio de razón.