Tu timidez me intimida, Dear A. La ausencia de tus palabras ausentan a las mías. La insistencia de tu silencio, me silencia a mí también. Oh, querida, adorada, insistente silenciosa, di algo, por favor. Tu silencio, Dear A, invoca a mi mirada y también a mis palabras, ¡lo sé! pero es ese mismo, indeseable, el que restringe los mil amores que deseo susurrar. Dear A ¿Por qué has apagado tu voz? ¿Por qué impediste, con tu silencio, que siguiera tu camino? ¿Por qué suprimiste esas amorosas palabras? Quise decirte amor, amor, quise decirte que dijeras algo para poder decir algo, pero tu voz no se escuchó. Por favor, Dear A, di algo. |