Pertenezco a ese mundo
que vive con los pies en la tierra
y con las alas de la imaginación
desplegadas a todos los vientos,
esperando elevarse hasta allí,
donde todo puede suceder.
No necesito tempestades de mar
para vivir tormentas de amor.
Tiendo mi lecho en las estrellas,
uno entre tantos,
y me cobijo con esperanzas.
Abro las puertas con la confianza
que me da mi libertad.
Texto agregado el 09-10-2016, y leído por 155
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