MUERTE SÚBITA
Cuentan que en el universo de la fábula, se reunió su Consejo Supremo para tratar el asunto del conejo mentiroso. Este animalito había causado grandes males a la comunidad. Casi todos se quejaban de él y hacían reclamos por sus constantes mentiras y travesuras.
—El conejo me engañó, me hizo comer lodo todos los días pues según él, las manchas negras de mi cuerpo desaparecerían— —se quejó la jirafa.
Luego, entre graznidos de enojo el cuervo agorero se lamentó: —Ese conejo mentiroso me hizo creer que si miraba al sol de frente durante todo el medio día, mi plumaje se volvería multicolor. ¡Estoy ciego!
—Yo acuso a este conejo dientón de jugarme una broma cruel, escondió los huevos de mi nido en la madriguera del señor castor— –Se quejó la paloma.
—Castigo, castigo, castigo— —Exigieron los animales.
Después de meditarlo con su característica calma y sapiencia, el búho, quien presidía el Consejo, desde la rama de un árbol, sentenció:
—Buh, buh, buh, desde este día conejo, por tus mentiras y travesuras te queda prohibido lo que más te gusta, “reproducirte” y vivirás apartado de la comunidad—
—Será el coyote quien te vigile y castigue en caso de desobediencia.
—¡Nooo! — —gritó el conejo— y empezó a suplicar clemencia de los otros animales, les hizo mil promesas de enmienda, pero nadie le creyó por la fama de mitómano y tramposo que se había ganado.
Así, el conejo se vio obligado a vivir apartado del grupo de animales. Desde lejos se relamía los bigotes cuando divisaba a las conejas corretear por la pradera.
Un día, una linda conejita, inquieta y pizpireta se alejó mucho del grupo, el conejo mentiroso aprovechó la ocasión para acercarse a ella diciéndole:
—Hola conejita, estoy perdido y lastimado de la pata y no encuentro mi hogar. — ¿Podrías ayudarme?
La conejita dudó unos instantes, pero al fin condolida del conejo se acercó para darle ayuda. Al hacerlo, de inmediato percibió el olor de los conejos en celo y recordó lo que se decía de aquel animalejo castigado por mentiroso.
— ¡Vete conejo malvado!, recuerda el castigo y las consecuencias que tendrás si desobedeces— —Dijo la conejita, iniciando la huida a carreritas y brincos desesperados.
El conejo mentiroso enloquecido por la necesidad de aparearse inició la persecución que duró un buen rato. Entre carreritas, mordiscos y brincos, finalmente la conejita fue alcanzada justo detrás de un cacto. Cuando el conejo estaba frenético sobre la hembra quien ya no quería huir… ¡Llegó de improviso el coyote y de una dentellada devoró a los dos!
Cuenta el vocinglero loro a los demás animales, que el conejo ni agonizó y, por mentiroso y lujurioso en el “acto” murió.
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“La mujer te domina por el deseo, vence tu deseo y someterás a la mujer”.
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