La Angustia es un estorbo

-Para que te quede claro. ¡La angustia es un estorbo!

Muchas veces te toma desprevenido. Se oculta detrás de una nimiedad, una preocupación, una inquietud.

No le tienes que perdonar una. Al primer síntoma, al basurero mental.

-Y este método, ¿sirve?

-No

-¿Entonces?

-¿El plan “B”?-¿Hay plan “B”?

-No, por eso es un estorbo

Es una piedra en el zapato de la vida, que aparece un día y se queda. Nos toma desprevenidos.

Nos ataca cuando estamos indefensos, muchas veces en los primeros años de vida y se instalan en no sé en que parte de la mente, se mantienen latentes como células dormidas y cuando menos lo esperamos nos saltan a la yugular, nos inmovilizan, no nos dejan vivir.

-Por ejemplo

-Te voy a contar una de ellas

Tendría unos diez años, mis padres me habían enviado a una escuela privada con las mejores referencias; querían de mi un hombre de bien.

Hacia finales de ese ciclo escolar, debíamos presentar un trabajo sobre religión en una suerte de competencia por el que desarrollara su mejor labor.

Un grupo de docentes serían los encargados de evaluar al ganador, que recibiría la distinción en el acto del fin de curso.

Como una suerte de retribución al esfuerzo de mis padres por mi educación, tomé ese reto y me dediqué a plasmar en mi trabajo todo lo que me habían enseñado a lo largo del año y demostrarles de esa forma mi afecto y agradecimiento por lo que estaban haciendo por mi educación.

No fue fácil, estaba convencido de que mi tenacidad es consecuencia de mi tozudez, y le impuse toda la energía en pos de ese objetivo.

Debo reconocer que cuando se pone toda la energía por conseguir algo, al final da sus frutos.

Cuando los evaluadores dieron sus resultados, me galardonaron como el mejor de los trabajos realizados por los alumnos del sexto grado del Colegio de la Sagrada Familia.

Un orgullo que se amplificaba al ver las reacciones de mis padres ante tal distinción. No los había defraudado.

En la fiesta de fin de año se entregarían los premios a los mejores del año 1968.

-¿Y qué tiene que ver esto con la angustia?

-Espera a que termine mi relato.

La piedra del zapato llegaría media hora antes de la entrega.

Citaron a mis padres y a mí a la oficina de la directora.

En un tono muy cordial y apacible, la Madre Superiora encargada de la conducción del colegio nos habló:

-Sabemos que su hijo hizo un gran trabajo y recibió el reconocimiento de todos los docentes que los evaluaron e incluso de sus propios compañeros de estudio.

Todavía ingenuos mis padres se adelantaron a agradecerles.

-Quería informales que la comisión directiva del colegio ha decidido que, si bien el trabajo de su hijo es impecable, no hay que dejar pasar el esfuerzo que Camila realizó para alcanzar el objetivo. Es por ello que hemos optado esta vez otorgarle la distinción a ella, no tanto por la calidad de su trabajo, sino por su esmero y pasión con que realizó su tarea.

Todos conocíamos que la familia de Camila sostenía con sus donaciones a la institución y no podía relegar a la hija de la familia Sandoval de las premiaciones.

Por primera vez vi lágrimas en mi padre, y un gesto de indignación y bronca en mi madre que nunca los voy a olvidar.

-La familia de Camila Sandoval y la puta madre que los parió, me cagaron la vida.

-Pasaron cerca de 50 años y todavía me hacen llorar

-¡Entiendes ahora que la angustia es un estorbo!

Nos miramos a los ojos y lloramos en silencio

OTREBLA