Recuerda que la dulzura no tiene que ver con calorías ni la ternura con juventud.

Recuerda la bendición que es el viento en una tarde soleada.

Recuerda cuando se sumerge el sol en el poniente y se encienden las ciudades.

Recuerda las gotas de lluvia rodando por los tejados.

Recuerda los felinos ronroneos y el perro que esperaba a la vuelta del colegio.

Recuerda a qué olía la tierra mojada y los pinos por la mañana.

Y que cuando te animabas en la pista de baile las melodías ya estaban trasnochadas.

Recuerda esas tardes en que no estudiabas si la radio no estaba encendida.

Recuerda que andar en bicicleta nunca se olvida.

Recuerda los nuevos tonos de colores, la fragancia amada, el exquisito sabor, el suave roce, el libro exacto.

Recuerda las cascadas y el río fluyendo, recuerda las disputas de aves en vuelo.

Recuerda el calor del fuego después del frío, la frescura del agua después del calor.

Recuerda y los recuerdos navegarán como barcos de papel en las ondas que dejan tus pensamientos.

Recuerda que cuando todo sea sólo recuerdos, recordarás el primer automóvil y no el más caro. Recordarás el regalo que no te esperabas no el más costoso.

Recordarás el regreso después de la ausencia, la celebración después del esfuerzo.

¡Recuerda y no lo olvides!

Para cuando el futuro quiera decretarse gris no sueltes los días de verdor, defiéndelos como a la vida.

Alienta cierto grado de colorida inocencia, pues el invierno no fue creado para ser eterno ni las sombras para ser perpetuas.