Recoges los pedazos después del quiebre, filosos como vidrios, recoges con cuidado para que no vuelvan a herirte.
Intentas repararlo, los tomas con pinzas y pones pegamento, soplas, lo intentas y no resulta, a pesar de no lograrlo guardas cada pedacito en una caja, la caja en un mueble, el mueble lo miras siempre.
Pasa un tiempo y te olvidas del mueble y de la caja donde los dejaste, y de pronto aparece alguien y te mueve el mundo y sientes, sientes nuevamente y recuerdas la caja, la necesitas, necesitas poner cada pieza en su lugar.
Vas al mueble y buscas la caja, la tomas con cuidado, temerosa y comienza la magia, ese alguien hace que cada parte se mueva sola y vuelvan directo a tu corazón para que comience a armarse de nuevo y sientes nuevamente su latir, pero tienes miedo, aún está demasiado frágil y temes que se vuelva a romper y mientras piensas en eso el te abraza tan fuerte que cada parte de tu corazón se vuelve a unir.
Y ese milagro, tu milagro te salva, nuevamente sientes, amas, vibras, sin importarte nada, sin importar que en un futuro todo se vuelva a repetir y tengas que volver a recoger de el suelo los pedazos de tu corazón.
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