Iba en el coche por una avenida muy transitada, cuando al detenerme en un semáforo sentí que alguien golpeaba repetidamente la puerta de mi auto, al voltear veo a un viejo limosnero muy sucio que con los nudillos de su mano izquierda golpea la portezuela de mi automóvil y con la mano derecha extendida pedía una limosna.
Ahí fue donde perdí el control, si hay algo en esta vida que me enfurece es la gente que te presiona para que le des dinero. Ya estaba bajando la ventanilla para gritarle e insultar al mendigo cuando este empezó a reírse a carcajadas, de inmediato lo reconocí.
-- Ja, Ja, Ja. –se reía. – No te enojes que te hace daño.
-- Ya ni chingas, sabes que si hay algo que me enoja en este mundo es eso.
Rápidamente rodeó el automóvil e intentó abrir la puerta del copiloto. Yo sinceramente dudé un momento pero al final le quité el seguro a la puerta y le dije:
-- Oye ¿No te puedes aparecer en alguien un poco más limpio? He notado que acostumbras utilizar los cuerpos de gente muy perjudicada, ¿Por qué no te apareces como una muchacha de 20 años? Por dar un ejemplo.
-- ¿Sabes por qué me apersono en viejos y marginados?
--Ni idea.
-- Número uno, porque si tu esposa te ve en la calle con una muchachita de 20 años, no te va a creer nada de lo que le digas, en cambio si te ve conmigo ahora, estará segura de que hay una buena explicación para ello.
-- Pues en eso tienes razón.
-- En segundo lugar, poseer un cuerpo no es cosa fácil, hay un riesgo para el anfitrión, por eso procuro hospedarme en cuerpos un tanto más damnificados, por decirlo de alguna manera.
-- Por si pasa algo, la deuda es menor me imagino.
-- Algo así, no es lo mismo irse quince días antes que partir con cuarenta años de anticipación.
-- ¿O sea que el de hoy va a chupar faros en quince días?
-- Eso a ti no te incumbe.
-- Uuy que sentido, bueno y ahora ¿Qué?
-- Nada, vine a saludar a un amigo y cuando te vi no pude aguantarme las ganas de hacerte enojar.
-- Ahh que bien, pero pues un bañito no haría daño, ya me perfumaste la unidad.
-- Pinche carcacha que traes huele a pato.
-- Y ahora a pato muerto.
-- No te quejes.
-- ¿Por qué no te presentas como eres tú?, digo usando ropa actual, pasarías como un hippie viejo.
-- ¿Cómo?
--Así como eres, pelo largo, barbón. Hippie viejo.
-- ¿Y quién te dijo que yo en realidad soy así como te imaginas?
-- Pues está en la biblia.
-- Ahh, La Biblia, no sabes los problemas que me causa a veces.
-- Pero es el libro sagrado.
-- Es como la autobiografía no autorizada de Juan Gabriel, puros dimes y diretes. Versiones que el autor no presenció directamente ni escuchó de testigos de primera mano. Yo no escribí eso, no se lo dicté a nadie, es un libro escrito hace casi dos mil años por personas que ni habían nacido cuando sucedieron los hechos.
-- Pero ¿Si eres como nosotros?
-- ¡Cositas! Me caes bien por inocente. Mira ahí está un elotero, vamos a bajarnos.
-- Me imagino que no traes dinero.
-- Si ya sabes ¿Para qué preguntas?
-- Feliciano, danos dos elotes en palo con todo, chile del que pica.
-- El mío con del que no pica.
-- No seas nena.
El elotero extrañado por la familiaridad con que lo trata el sucio anciano que acompaña a un señor con pinta de decente, procede a preparar los elotes con chile del que pica, mientras piensa:
“Del que no pica, que marica”
-- Volviendo a lo nuestro, ¿Entonces no tienes forma humana o qué?, ¿Cómo eres?
Disfrutando de su elote, con la punta de la nariz embarrada de crema, me explicó:
-- El cuerpo físico solo es un medio para existir en esta realidad en la que te encuentras, tu forma física nada tiene que ver con tu ser.
-- Pero la biblia dice “A su imagen y semejanza”.
-- Y dale con la biblia, mira en eso tienen algo de razón, pero no en el contexto que tú crees. Como te dije el cuerpo físico sólo es el vehículo para tu ser.
-- Sí, pero somos iguales, eres hombre ¿No?
-- Cuando estoy entre los humanos soy Dios humano, cuando estoy entre los patos soy Dios pato, cuando estoy con los caballos soy Dios caballo, con los sapos.
-- Dios sapo.
-- Exacto, eso es solo el medio para dar el mensaje o para interactuar con ustedes los seres terrestres. El crearlos a mi imagen y semejanza significa que en esencia ustedes son iguales a mí, son gotitas del océano, chispas de la llama y al final se unirán a la fuente, pero para eso a ustedes como raza les falta mucho.
-- Entonces si somos como tú, ¿Somos dioses?
-- Bueno, tanto así no, no creo que pueda explicarlo de una manera que lo entiendas totalmente en este momento, en tu realidad. Pero lo que te puedo decir es que ustedes como seres humanos tienen muchísimas más capacidades de las que creen.
Terminando de comer su elote, le aventó la mazorca a un perro que iba pasando, el perro al sentir el golpe volteó sorprendido, al fijarse en Él se dirigió a nosotros moviendo la cola y ladrando alegremente.
-- Es mi amigo. – Me confió, y con una sonrisa en el rostro se inclinó hacia el perro y empezó a acariciarlo, el can dando pequeños saltos y moviendo la cola frenéticamente le lamía el rosto.
Lo siguiente tal vez nadie me lo crea, pero una vez que se tranquilizó el perro. Él le habló, mientras me señalaba con el dedo, en una lengua que no pude identificar, un lenguaje muy gutural e inmediatamente, lo juro por lo más sagrado, el perro se empezó a reír. Si alguien me lo hubiera contado nunca lo hubiera creído, el pinche perro se estaba riendo de mí.
-- No seas gacho, me estas dejando mal con el perro. – le dije ofendido.
-- Discúlpame, pero no me pude aguantar. Le dije que tú creías que mi forma original es humana.
-- ¡Qué mamón!
Se despidió del perro con un fuerte abrazo y pasando su brazo sobre mi hombro me dijo:
-- Mira vamos a sentarnos en esa banca y te termino de explicar.
Sentados en la banca, continuó con su argumento:
-- Sanación, atracción, precipitación, transmutación ahora son solo palabras muy New Age, pero créeme que antes eran términos comunes. El ser humano ha perdido el 99.9% de sus capacidades, influenciado por su cultura, religión, pasiones pero principalmente por el miedo.
-- ¿Miedo? Miedo ¿A qué?
--Miedo a romper paradigmas que ustedes mismo crearon, a darse la oportunidad de ser quienes realmente son.
-- ¿Y cómo podemos cambiar?
-- Lo primero que hay que hacer para cambiar es aquietarse.
-- ¿Cómo? No entiendo.
-- Para realizar el gran cambio, debes de aquietarte, empezar a ver a tu interior, a despegarte de lo mundano y buscar la divinidad que hay en ti.
-- ¿Entonces renuncio a todo y me retiro para encontrarme a mí mismo?
-- Eso sería lo más fácil, lo verdaderamente notable es poder buscar tu divinidad mientras sigues funcionando en tu ambiente. Digo porque nadie va a mantenerte a ti y a tu familia mientras te retiras de la sociedad, hay que comer, pagar la renta.
-- Eso que ni que Juárez es indio.
-- Si estás buscando ponerte en contacto con tu verdadero ser, tu ser divino, esto es, el ideal que YO planee para el ser humano; digamos que tu ser divino es mi ideal de cómo debería ser el ser humano. Algunos lo llaman tu ser Crístico o tu Cristo interno. Debes estar consciente del poder de tu atención sostenida, Ahí donde está tu atención, ahí estarás tú. En lo que fijes tu atención en eso te conviertes, una vez entendido esto debes retirar tu atención de los distractores del mundo de las apariencias.
-- Y estos distractores ¿Cuáles son?
-- Estos son los que te impiden enfocarte en tu misión, el principal es el ego, pero pueden ser las envidias, el rencor, el miedo, pero incluso cosas banales como la moda, las redes sociales, el trabajo, hasta la familia puede convertirse en un distractor si te preocupas de más, si no los dejas recorrer su camino si quieres hacer todo por ellos. Si haces un esfuerzo consciente para enfocarte en encontrar la Presencia Divina en ti, ésta fluirá a través tuyo como una corriente que regresa con plenitud.
En ese momento se levantó de la banca, fue a recoger la mazorca que le había tirado al perro, la depositó en un bote de basura y me dijo:
-- Por hoy ya fue suficiente, me doy cuenta que te quedaste abrumado ¿Traes cien pesos?
-- Sí. – Balbuceé sacando el billete de mi cartera.
-- Hoy nos demoramos más de la cuenta y tampoco es cosa de que este pobre pierda el día por mi culpa.
-- Se me hace que saca más. – Me atreví a contestar, arrepintiéndome de inmediato porque eso me iba a costar al menos otros cien pesos.
-- ¡Que se aguante! -- Exclamó al momento que se alejaba por la banqueta rumbo a la parada de camiones.
FIN
Monterrey, México al 29 de Septiembre 2016
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