El mundo desaparece a mi alrededor,
suspendida me mantengo en otra dirección dónde no hay nada,
solo la palpitación de un temor,
y melodías frecuentadas en derecho de admisión
en mi alma.

Siento temor en este escenario vacío,
cubierta de frío las burlas acústicas me arrojaron al delírio,
en la oscuridad no hay brillo
tan solo es fragilidad que alimenta mi malestar
y me sacude los pensamientos que por un momento se creen míos.

Me convertí en aprendiz en el càsting de la vida,
y en su ballet adquirí los versos más afines a la melancolía.
La luz,
¡La luz del sol me calla!…
Y no permite que mi corazón decida

Como puta otorgándome su calor,
que en el pecho estalla y astilla
se emerge mi alma en dolor
y no hay hoja de navaja en su desdicha.

Optando por no respetarlo
me cobijo a la sombra y rotos rayos me obvian el rencor,
y dramáticamente en el momento más oportuno,
el sutil vuelo hasta los aros de Neptuno
nos encontramos perdidos en el amor
o en el pasado que constantemente discuto.

En la inconformidad vi cubrir mi vitalidad de luto
como danza contemporánea bailan mis presagios más amargos…

apretando los puños como cual movimiento absurdo.


Reconozco que el pudor me impedirá lagrimear frente a tus cámaras
de esta pasarela de motivos,
que finaliza en mi pecho oscuro.

¡Bah! Y las frases como lana…
dónde veo erosionar las piedras de mi alma,
espeluznantes damiselas en la noche me cantan
con palabras que apenas terminarán en prólogos mudos,
y un corazón que adquiriendo velocidad sin segar desangra.