Si me dijeras que el pan es agua y el agua rocío de cielo te lo creería. Si me dijeras que los montes son palomas de viento que se ocultan en la mirada sepia también te lo creería. Si te dijera que mis manos son un navío que van por el camino sin frontera no me lo creerías. Si te dijera que mi regazo necesita el apoyo de tu cabeza no me lo creerías. Como tampoco me creerías que tengo puesta en las entrañas la esperanza en tus pupilas.
Texto agregado el 14-09-2004, y leído por 435 visitantes. (2 votos)