La mayoría de los superhéroes trabaja en la redacción de un periódico, por eso, cuando hacemos una kedada, es muy fácil causar buena impresión aunque te hayas olvidado de sus caras. Le preguntas “y qué tal por el periódico” y el otro se pone contento de que te acuerdes de donde trabaja y te cuenta como le va.

Yo en cambio no trabajo en un periódico. Mandé mi currículo a muchos pero no me cogieron. Y cuando conseguí entrar en El País, me echaron por faltas de ortografía, por eso me hice profesor de instituto.

Hoy fui a mi centro a recoger el horario y las consignas para contárselas a los alumnos de mi tutoría el miércoles, que es el día de la recepción. La jefa me dio la llave de la taquilla de los magnetófonos y la del seminario y me enseñó la suya que también habría el seminario. Las dos llaves eran completamente distintas, una estaba llena de muescas y la otra era casi lisa, pero las dos abrían.

Los otros dos compañeros estuvieron hablando de los libros de texto, que todavía no habían llegado, y Claudina estaba muy preocupada por los “resource packs” porque no sabía que iba a hacer el primer día y quería tener una fotocopia preparada. Armando, mientras tanto intentaba quedar bien porque no sabía como disculparse por haber sobornado al jefe de estudios para conseguir tan buen horario, porque era el único del departamento que no salía a última hora del viernes.

-Oye, Gómez –me preguntó por fin la jefa- ¿Puedo saber que es lo que haces con la cerradura que llevas ahí todo el rato?

-Bueno –respondí-, estaba probando todas las llaves de casa. A ver si alguna me abre también el seminario.