María Luisa y Luis María
María Luisa acababa de cumplir veintidós años, y Luis María veintitrés, ambos eran amigos, amigos de verdad, desde que iban a la guardería, siempre habían congeniado en gustos, aficiones y costumbres y por coincidir, coincidían hasta en el nombre.
Nunca habían estado separados, hasta hacia muy poco, en que sus estudios superiores los aparto a uno del otro. María Luisa estudiaba Medicina, y Luis María Económicas; quizás fue esa separación, y el que ahora se encontraran más solos o tal vez, la falta de intercambio de confidencias, lo que les llevo a que florecieran sus mas internos deseos, y les motivara la crisis en la que ambos ahora se encontraban.
María Luisa, siempre había sido, y seguía siendo, muy pequeña, ahora ya mujer, era muy menuda, que, quizá, no alcanzaría el metro y medio y pesaría en torno a los treinta y dos kilos. Luis María era justo lo contrario, media dos metros, y pesaba casi cien kilos, y con una clara tendencia a seguir aumentado.
Claro que, dicho esto, tampoco parecía que fuera una tragedia, el problema venia de sus deseos, que en la actualidad tenían, cuando pensaban en su futuro, pues aunque ambos continuaban con sus estudios, tenían dos distintas aficiones que querían desarrollar, pensando que serian los perfectos complementos de su vida.
María Luisa quería ser boxeadora, y Luis María deseaba practicar ballet, ninguno de estos deseos eran tan raros, a no ser que tengamos en cuenta, que María Luisa con su peso y cuerpo, y utilizando una expresión vulgar, ¡no tenia media torta!, y Luis María, bueno Luis María, debía pesar el doble, o más, que cualquier bailarín; realmente sus proyectos eran prácticamente imposibles.
Estaban resignados; no tenían otro remedio, pero no dejaban de soñar con sus idealizadas aficiones. Hasta que, un día, por casualidad, María Luisa leyó en una revista médica, algo que la lleno de esperanza, y que no tardo en comunicar a su amigo del alma.
Parecía ser, que, en la Federal University of Oklahoma, prestigiosa universidad americana, habían realizado, con total éxito, varias operaciones tipo TNHB (transfers of neurons in human brains), transferencias de neuronas en cerebros humanos; con las que al parecer conseguían, a través de un sofisticado sistema, intercambiar todos, absolutamente todos, los conocimientos depositados en los cerebros de dos diferentes individuos. Asegurando que conseguían una transferencia total de todos los recuerdos, los conocimientos, las informaciones, los deseos, las experiencias, etc. Se producía, según aseveraban, un intercambio masivo de mentes que abandonaban un cerebro, para alojarse en el otro, produciéndose así, un cambio total de personalidades.
El experimento era, como poco, estremecedor, el pasar a ser otra persona, en un cuerpo distinto al tuyo, no dejaba de ser eso, estremecedor; pero, la universidad garantizaban, en base a las operaciones ya realizadas, que funcionaba y, que ya había, por el mundo, muchas personas a la que habían cambiado su cerebro, según demanda, unas veces para mejorar y otras por el gusto de cambiar.
Tanto a María Luisa, como a Luis María les entusiasmo la idea, aunque, prudentemente, pidieron referencias a la universidad sobre casos que pudieran haberse realizado en nuestro país, referencias que les llegaron prontamente, aunque con una aclaración, que no dejo de parecerles lógica.
“Si” decía la nota que recibieron “en su país se han realizado varias transferencias a políticos importantes de la escena pública, que solicitaron un cambio para mejorar prestaciones y conocimientos, aunque, en todos los casos, los cerebros que les transferimos, no fueron humanos, pertenecían a chimpancés, estimamos que así cumpliríamos sus deseos de mejora de capacidad mental, y, les saldría más barato, y a los chimpancés les daría igual aunque salieran perjudicados” y continuaron, “en su caso, no existe mayor problema, podemos realizar el cambio cerebral en cuanto Uds lo dispongan, el coste será de …..$”.
Y, aunque, la minuta era una cantidad desorbitada, no dudaron ni un momento, y aceptaron la intervención, María Luisa podría tener un cuerpo adecuado a sus deseos y Luis María la fragilidad que deseaba para su afición. Y aunque tuvieron muy serios disgustos con su familia, su decisión era firme y nadie les puso convencer de que aquello, como poco, era absurdo, por no decir una solemne locura.
La intervención se realizo sin problemas, no tardando, ni una semana, en volver para tratar de enfocar sus nuevas vidas según sus ilusionados deseos.
María Luisa, ahora en el cuerpo de Luis María, comenzó de inmediato a entrenarse en un reputado gimnasio especializado en pugilismo. Y Luis María, en el frágil cuerpo de María Luisa, empezó a aprender ballet.
Y, aunque, ambos se las prometían muy felices; eran, ahora, lo que siempre habían ansiado, la naturaleza empezó en seguida a gastarles una mala pasada.
María Luisa, empezó a aprender a bailar como soñaba, por ese lado estaba contenta/o, pero, lo que ahora ansiaba, cada vez con más fuerza, es que se acabaran las clases, y poder compartir la ducha con todas las demás bailarinas, nunca se había visto en otra; tantas chicas desnudas y todas eran ¡tan monas!, y daba tanto gusto el verlas corretear por el vestuario antes de vestirse, era algo que no había vivido nunca y que nunca pensaba le entusiasmaría así, estaba encantada/o.
Y Luis María, aprendía a boxear rápidamente, pero lo que le estaba todos los días amargando; y ya no podía soportar, eran los golpes bajos que de vez en cuando recibía, al entrenarse, él/ella nunca había sentido ese dolor en unas partes que no había nunca tenido; el dolor de h…. que le quedaba todos los días, era insufrible.
Y la cosa iba de mal en peor.
A Luis María, continuamente se le olvidaba que ya no podía hacer “pis” de pie, por lo que era normal que siempre tuviera el pantalón mojado, al no acordarse.
Y, a María Luisa le pasaba lo contrario, le parecía una guarrada no sentarse en la taza para lo mismo, y sobre todo, no soportaba el tener que hacerlo en colectividad, y pegada a la pared junto a otros compañeros.
Y había más; María Luisa odiaba las bromas groseras de los otros boxeadores, los chistes verdes y el acabar todos los días tonto/a de cerveza; mientras que Luis María no toleraba, el tener que llevar minifalda y tacones.
Paso el tiempo y la cosa no mejoro, al revés, empeoro y se convirtió en una obsesión para cada unos de ellos, así que, no fue raro, que ambos se plantearan que debían revertir la operación, y recuperar cada uno sus meninges.
Pero para su desgracia, la cosa no era fácil, la universidad les advirtió que las segundas transferencias siempre eran parciales, y que correrían el riesgo, de quedarse cada uno con la mitad de las neuronas del otro. Produciéndose, probablemente, una severa mezcolanza neuronal, masculino/femenina en cada uno de ellos, con consecuencias inciertas; pero como en la primer operación, estaban decididos, no dudaron, y se operaron de nuevo.
Y paso, lo que temían en la universidad, se realizo solo la mitad de las transferencias, con un resultado, no digo desastroso, pero al menos extraño.
Luis María, ahora, ya no es bailarín, trabaja en una oficina, y por la noche en un local de trasvertidos, pues le ha quedado una acusada tendencia homosexual debida a su medio cerebro femenino. Y a María Luisa, otro tanto, ha abandonado la idea de ser boxeadora y ahora vive con una amiga, con la que piensa casarse en breve, sus neuronas masculinas le han inducido tendencias lesbianas.
Pero bueno, no es una tragedia ni mucho menos, viven una vida diferente, como querían, aunque, no sea la que soñaban, y parece que ahora están tranquilos y felices.
Fernando Mateo Septiembre 2016
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