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Junto a Marco conversamos de trivialidades sin importancia mientras esperamos que la tetera comience a hervir. La platica fluye plácida entre dulces de alfajor, el clima, las nuevas vecinas paraguayas del módulo colindante, y de la situación económica del país.
Distraídamente tomo mi billetera y empiezo a sacar de su interior unos viejos y roídos papeles que tengo guardados. Comienzo un minucioso aseo por los múltiples compartimientos de la pequeña cartera de cuero.
Junto a la animada charla rompo antiguos comprobantes y recibos de envíos de discos de vinilos, destrozo numerosos tickets de viajes a la vecina ciudad de Arica, también me deshago de varias boletas y papelillos de recordatorios de números de teléfonos. Destino al deposito de basura todo aquello que ha dejado de tener razón para mantener guardado.
Pidiéndole a Marco unas tijeras comienzo a destruir tarjetas de crédito que dejaron de tener utilidad. Reímos mucho pues aun conservaba credenciales de un vídeo club que cerró sus puertas hace mas de una década.
Desde una de las esquinas del porta documentos caen pequeñas fotografías usadas para las cédulas de identidad. Marco no puede contener una burlona carcajada al ver como he cambiado físicamente en los últimos diez años.
_ ¡Huevón yo pesaba cien kilos y en la actualidad peso setenta!_ Ambos reimos animadamente ante los notorios cambios de mi apariencia a medida que han pasado los años.
Una figura femenina destaca entre los cuatro pequeños retratos. Había olvidado que tenía esta fotografía. Que en un remoto pasado me la obsequiaras con la promesa latente de tenerte conmigo siempre. Me es inevitable dibujar una nostálgica sonrisa en mi rostro.
_ ¿Que pasa?_ La pregunta de mi amigo me trae de regreso de entre mis recuerdos.
_ No me pasa nada... Mira lo que encontré_ Le enseño la pequeña fotografia pues Marco es amigo de ella. Ambos sonreimos.
_ Ella es una preciosa mujer... ¿Estabas enamorado?
_ Estuve muy enamorado de ella.
_ ¿Y ahora?
_ La quiero mucho, y la recordaré siempre. Pero las cosas ahora son distintas. Finalmente el olvido alcanzó ese gran amor que una vez compartimos.
El agudo pitillo de la tetera hirviendo anuncia que el té está listo. Mi compañero sirve el dorado brebaje en pequeñas tazas. En silencio sonreímos degustando los recuerdos de un hermoso pasado que se entrelaza con el vapor y el aroma del té recién hecho.
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Texto agregado el 22-09-2016, y leído por 344
visitantes. (11 votos)
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Lectores Opinan |
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03-03-2019 |
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este tu estilo es muy parecido al que yo quiero escribir, de cosas cotidianas y ordinarias, volverlas a través de la emoción en cosas extraordinarias, me encanto tu relato, Saludos desde Asunción del Paraguay entrerios |
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04-10-2016 |
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Me impresiona como entretejes entre actos tan simples y cotidianos hechos tan rotundos como son el amor y el olvido. Felicitaciones cesare7777 |
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23-09-2016 |
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Genial relato de nostalgias y recuerdos que no volverán. Cerrar los ojos y seguir... zumm |
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23-09-2016 |
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muy buen relato, nostálgico y asumido. vicanto |
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22-09-2016 |
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Un texto nostálgico y hermoso, amigo. Los amores perdidos o frustrados, siempre nos dejan esa sensación de añoranza por lo que no pudo ser. Un abrazo, para ti. ***** maparo55 |
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