NAVIDAD
-Pero y esta muñeca ¿Qué hace?
-Como que “qué hace”? – retrucó Ismael - Es muñeca, pues. Tiene pelo, vestido, zapatos….como a ti te gustan
-Pero no canta. No baila, no habla, no camina, no hace nada – tiró la muñeca al suelo y le gritó- ¡floja!
-Puta que eres mal agradecida, Magdalena. Más encima que te compre la dichosa muñeca…mucho más de lo que hiciste tú, que me regalaste una caja vacía.
-¡No estaba vacía, yo misma la llené de besitos para ti!
-¡ Lo que soñé todo el año para Navidad! Una caja hueca llena de besitos tirados al aire que, para colmo, ni siquiera me consta que los hayas dado.
-Pregúntale a la tía del jardín. Ella me vio dando los besitos!
-Mentirosa.
-Mentiroso tú.
-Más respeto que soy tu padre y solo tienes 5 años!
-Tiene 7 viejo huevón, no te sabes ni su edad- replicó Daniela, la mayor, desde el otro lado del salón.
-Cállate tú! Si no fuera navidad te volaba la cara de un tortazo, pendeja…y tú ¿7 años y todavía en el jardín? ¡Retrasada mental…!
-Retrasada será, pero de haber sabido que ibas a despreciar de este modo su regalo, ella ni cagando habría perdido su tiempo armando esa caja de la concha de su madre.
-Ya paren ustedes tres – intervino Raquel, tomando del brazo a su marido con suavidad- ¿sigamos con la repartición de regalos? –diciendo esto, se volvió a Luisa, que se encontraba sentada a su lado – este es para usted, suegrita. Es mío y de Ismael. Ojalá le guste…
-¿Y quien lo compró? ¿Tú o él?
-¿Y eso que importa? El regalo es de los dos, mamá.
-Es que te conozco, pues Ismael. Nunca te preocupas por mí. Siempre los regalos te lo compra tu señora, ni que tuviera tan buen gusto, y termino con baratijas feas e inútiles.-señaló mientras abría el envoltorio para descubrir una lámpara de bronce con adornos en las puntas - ¿No digo yo? Mira esto. Tú, como único hijo mío...
-¿Cómo que único hijo tuyo? ¿Y yo, mamá?
-Tú eres maraco, Juano, y además no tienes ni donde caerte muerto…¿me trajiste regalo acaso este año?
-No, sabes bien que estoy sin trabajo…
-Entonces, qué alegas pues- y volviéndose a Ismael, prosiguió- Como te estaba diciendo, deberías preocuparte por regalar a tu madre algo que valga la pena. Sabes que ya tengo mis años y que esta podría ser nuestra última Navidad Juntos.
-Ay, vieja, no empieces...
-Si, cállese vieja de mierda. Usted qué critica si ni siquiera es capaz de traerle un engañito a sus hijos- aseveró arrebatadamente Raquel, consciente de que estaba perdiendo el control
-¡No le hables así a mi madre!
-¿Pero no viste como me trató? –repuso la mujer, ajustando su camisa mientras volvía a incorporarse en el sillón desde donde repartía los regalos
-Tu siempre poniéndole color a todo ¿no Raquel? Y si acá alguien puede reprenderla, solamente soy yo. Por algo la madre es mía.
-Sí, pero la tenemos que soportar todos- interrumpió Ricardo, el hijo del medio, desde la otra punta de la sala - Así que porque mejor no se callan los dos y dejamos que mamá siga con la entrega de regalos.
-Gracias mijito – dijo Raquel, retomando el tono solemne y levantando otro de los regalos bajo el pino adornado- Este es para Juano, de parte mía..
-¿Solo de parte tuya? –interpuso Juano, recibiendo el regalo mientras miraba de reojo a su hermano Ismael.
-.Sí, solo de parte de ella- replicó este último – no sé que regalarle a las mujeres.
Juano le devolvió la mirada con odio y refunfuño entre dientes
- Me alegro que te pongan los cuernos con los vecinos…
-¿Perdón?....
-Que te agradezco mucho el regalo, Raquel. Me apena no haber tenido nada para regalarte.
-Toma –le dijo Luisa, pasándole la lámpara de bronce- dale esto. Estoy segura de que le va a encantar.
Raquel solamente sonrió y recibió el regalo entre sus manos.
-Muchas gracias Juano. Lo recibo con gusto. Me encanta tu buen gusto al comprar regalos. Colocare la lámpara en mi salón, junto a los demás adornos de mi casa, en un lugar donde se pueda lucir. –y luego, volteándose a su suegra - ¿Vio? Es asi que la gente educada recibe los regalos. Si no va a entregar ninguno, al menos aprenda a recibirlos..
Luisa iba a dar su respuesta, pero fue interrumpida por Ricardo.
-¿Y para mi no hay nada? - solo le han entregado regalos a la cabra chica ésta, y a mi nada –sentenció señalando la muñeca de Magdalenita.
-Que apurón, mijito. Acá esta el regalo que te tenemos tu papa y yo.
Ricardo abrió la caja con ansiedad. Un juego de mesa y una camisa se encontraban bajo el envoltorio. Ricardo los tiro al suelo sin terminar de abrirlo.
-Pero …¿Y mi playstation?
-Ya te lo dije, Ricardito, para este año no se puede. Las cosas no andan bien, la crisis, el problema de la hipoteca…te acuerdas de que hablamos de eso?
-Si, claro, pero…¿Y mi playstation?
-Que no hay playstation, mierda- gritó Ismael. Ricardo se sentó en una esquina, mudo.
-Eso, arregla todo con gritos –volvió a intervenir Daniela- en esta casa todo se arregla de esa manera. Por eso yo les compré el mismo regalo para todos- sacó 6 cajas iguales y las repartió a los presentes, menos a su padre. Un par de audífonos reforzados se encontraban en su interior
-Y eso para qué es?
-¿Para qué crees tú? Para no escucharte, pues.
-¿Y a mi no me vas a dar?
-No. Tú eres el que más grita acá
-Pero son 6 cajas…te sobra una.
-La sexta es para mí, obvio.
-¿Y a mi que me vas a regalar?
- ¿Acaso crees que te mereces un regalo, después de la cochinada que me acabas de dar? – sentenció, arrojándo el delantal de parvularia que le entregara minutos antes- si te dije que no voy a seguir estudiando.
-Claro, no vas a estudiar…¿Y para dedicarte a que? ¡Para dedicarte a Puta! Porque con la poca y nada preparación que tienes del colegio, no te va a alcanzar para más
-Me hubieses dado entonces una caja de condones –dijo, colocándose los audífonos y cerrando los ojos.
-Yo quiero mi playstation! –volvió a exigir Ricardo, arrojando al suelo los audífonos y girando la mirada hacia su hermana menor; era la única que no le había entregado su regalo.
- Yo no te compre un playstation – le respondió ella- Pero en el jardín nos enseñaron a hacer figuritas con piedras. Toma – y le entregó dos piedras pegadas, pintadas de rojo y azul – éste eres tu…
El muchacho lo recibió en sus manos, perplejo.
-Bueno, mi amor, y éste es el regalo que te tengo a ti – le dijo Raquel a su esposo, entregándole una pequeña caja.
-¿Un anillo? – dijo, sorprendido - ¿pero para que chuchas quiero un anillo?
-Para que me lo regales a mi, pues. Si lo que tú compras nunca me gusta.
-Ah. O sea que al padre de familia le regalan una caja vacía y un anillo. Puta que Navidad de mierda!
-¿Y tanto te importa lo material? No pensé que fueses ese tipo de hombre.
-¿Y porque tú te vas a quedar con dos regalos y yo con ninguno?
-Te equivocas, no me voy a quedar con dos regalos, solo me voy a quedar con uno, el que compre yo. Seguro que tú habrás comprado otra lencería sexy que querrás que yo use para darte placer a ti.
-Ni que nos acostáramos tanto….hace ya como 3 meses que tienes dolor de cabeza.
-Perdón, habemos mas personas acá que no queremos enterarnos de sus problemas en la cama - intervino Luisa.
-Entonces hagamos una cosa, Raquel. Tú te quedas con tu puto anillo, y yo me quedo con el babydoll que te compré.
-¿Y que vas a hacer con él? ¿Te lo vas a andar poniendo, como tu hermano?
-No, la voy a usar con alguna putita que valga la pena.
.-Quiero mi playstation! – y junto a la interrupción, la figura de dos piedras voló desde la mano de Ricardo hasta caer sobre la cabeza de Ismael. Un raudo golpe retumbó en la sala, y en seguida el llanto del muchacho.
-A tu pieza, pendejo de mierda. Y te quedas sin ninguno de tus regalos! Van a ser todos para mi!
Ricardo se retiró llorando, mientras Ismael se apoderaba del juego de salón, la camisa y los audífonos, reuniéndolos en su regazo.
-¿Le vas a robar los regalos a tu hijo? – preguntó admirada Raquel.
-Se lo merece, por malagradecido.
-¿Esto fue lo que usted tanto se jacta de haber criado? –le espetó la mujer a Luisa, encarándola de frente mientras señalaba con el dedo índice a su marido- me imagino que se debe sentir muy orgullosa – Y sin esperar respuesta de parte de la aludida, se levantó, tomó a su hija menor en los brazos y se fue a su habitación dando un portazo.
A Ismael no le importó. Tomó los audífonos de Ricardo, ahora suyos, y los ubicó sobre sus orejas, creando el silencio que hace tanto rato anhelaba. Si bien la camisa le quedaba pequeña, el juego de salón le entusiasmaba bastante. Eran los mejores regalos de Navidad que había recibido en mucho tiempo. Se ubicó en el sillón principal, justo al lado donde yacía Daniela, también en actitud desconcentrada, y se instaló a ignorar al resto de su familia, tal como su hija mayor.
Juano miró a su madre, desconcertado.
-Me voy, mejor
-¿Y a donde te vas a ir?
-No lo sé. Pero cualquier lugar es mejor que este.
-Qué te importa tanto si todos los años es lo mismo. Ya deberías estar acostumbrado.
-Espero nunca acostumbrarme a esta mierda
-Ah., verdad que tu eres rarito…Bueno, anda, huye. A mi no me importa. Yo aquí me quedo.
-¿Y para que te quedas? Ya van a ser las doce, y nadie te está pescando. Estos dos se van a quedar luego dormidos, y dudo que Raquel y los niños vuelvan a bajar.
-No me importa. Ésta es mi familia. Nuestra familia. Son lazos de sangre ¿Qué importa más que eso?
El otro guardó silencio. Luisa prosiguió
-No trates de evitar a la familia, Juano, estamos condenados a ella, tú, yo, ellos…no hay escape. Puedes marcharte ahora, pero tarde o temprano, terminarás volviendo; eventualmente todos lo hacemos.
Juano se quedo de pie junto a la puerta, con la mano en la perilla, pero sin terminar de girarla.
-Y entonces, que va a ser? Vas a ser un traidor e irte a ser feliz junto a unos desconocidos cualquiera, o vas a hacer lo correcto y quedarte aquí y ser miserable junto a tu familia?...
Juano miró hacia su hermano Ismael en el sillón con los oídos tapados, intentando colocarse aquella camisa seis tallas menores sin romperla. Suspiró resignado, cerró la puerta y se sentó junto a su madre.
-¿Viste? Yo sabía. Rarito serás, pero en el fondo eres un gran cobarde, tal como lo soy yo…
Al fondo se escuchaba un villancico. Juano tomó la figura de dos piedras y la arrojó sobre la radio, para que se quedara callada. |