A veces la veo a ella dibujando mi nombre en su boca
mientras la tarde entera se retrata en su ojos claros;
no me canso de amarla ni de mirarla,
es como estar mirando el mar cuando ella duerme.
De su pelo enmarañado cae la lluvia ligera
esparcida en gotas que brillan como lámparas de sol.
En sus manos blancas y delgadas
cabe mi cuerpo entero.
En sus besos me duermo
y entro a mis sueños en la cavidad de su pecho.
Yo soy su recuerdo
que brilla como oro en el fondo de su memoria.
Dice amarme como nunca y como siempre
mientras me envuelve con su abrazo.
Vivo para vivirla
y muero en el desierto de su distancia.
Texto agregado el 19-09-2016, y leído por 117
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