Y entonces te vi, tranquila como una mañana.
Fue un día como el de hoy, hace años atrás,
o tal vez, en la madrugada de estas horas idas,
iluminando el insomnio de mis sombras nocturnas,
cuando las retinas caídas buscan respuestas
en pendientes reflexiones desveladas, sin sueños.
Apareces como una voz, una motivación cautivante,
principio y final de una aventura sin tiempos,
en esos momentos en que llueven los recuerdos
hurgando el alma con la armonía queda de un violín.
Correcta impostación de un mercader de momentos,
el eco de tu voz, pequeño gorrión desconocido,
me conversa del amor y otras cosas, y yo,
vampiro incesante de tu boca, caigo en la tentación
que me ofrecen tus instintos y me abrigo al calor
de tu secreto paraíso, extraño fantasma errante. |