El insolente azul de las glicinas,
como papeles mojados, sin dueño,
se posó en el patio de mi casa.
La soberbia de su perfume invade
todo, aún cerrando los ojos,
y los pétalos que caen dibujan
la modorra de un pentagrama
en las apócrifas baldosas andaluzas.
Bajan aleteando como damas andantes
meneándose por una noche oscura,
sensuales esparcen su fragancia
sobre míticas tradiciones urbanas.
Texto agregado el 14-09-2016, y leído por 161
visitantes. (4 votos)
Lectores Opinan
14-09-2016
Lo visualicé en mi mente como una pintura en acuarela...y lo disfruté.UN ABRAZO. gafer
14-09-2016
El pentagrama en lo real. Me ha gustado elpinero
14-09-2016
ya me quedé sin palabras
pero sabes de mi gran admiración yosoyasi
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