Otra vez, esa música retumbando en mi cabeza.

“Taaa tatatata tatatata tatata”

Su tonito pegajoso y alegre me perturba. Quiero dejar de escucharla, pero no lo consigo. Prendo la radio elevo el volumen, es inútil, su sonido es más fuerte. Trato de olvidarla, veo la televisión, leo un libro, llamo a alguien, nada resulta.

“Taaa tata tata tatata”

Salgo a la calle, llevo días sin dormir, observo a la gente, converso con ella, pero cada palabra que pronuncian me suena como el tarareo de esa monstruosidad.

“Ta ta ta”

Ingreso a un antro donde las canciones suenan a todo volumen, es igual, sigo en las mismas.

“Taaa tatatata tatatata tatata”

Voy al aeropuerto con la esperanza de que el ruido de los aviones me distraerá de aquella melodía del infierno. Nada pasa.

“Taaa tata tata tatata”

Ando por la costa junto a la mar embravecida, pero el ruido de las olas tampoco logra acallar mi tormento.

“Ta ta ta”

Estoy en un puente miro hacia abajo, pienso en que “muerto el perro se acaba la rabia” y me tiro; mientras caigo se escucha algo diferente en mi cabeza.

“Tatatatam tatatatam”

Sonrío.