El neoliberalismo, un sistema caduco.
Alejandro Arrieta
14 de septiembre de 2004
A partir de la caída del muro de Berlín y de la cortina de hierro, las Naciones se han enfilado –unas muy a su pesar- hacia el camino de la neoliberalización económica. Algunas –las menos- han salido victoriosas ante ésta empresa. Otras sin embargo arrastran pobreza, marginación, programas sociales muy precarios, así como increíbles deudas con la banca mundial. Dentro de ésta gran mayoría, además, existe el problema de que muchos pueblos arrastran un historial poco democrático. A los que se les conoce desde hace unas décadas con el mote de: “Republicas bananeras”.
Los tiempos que vivimos pretenden coparnos todos los espacios disponibles para la reflexión. El consumismo se apodera de las mentes de los ciudadanos de una manera total. La televisión, por citar sólo un ejemplo. Nulifica los contenidos educativos. Pues estos no generan ningún tipo de utilidad económica. Su programación está repleta de programas violentos o con un alto contenido sexual. Además de que se ofertan todo tipo de productos, que prometen una cierta dosis de felicidad. Ésta última bastante efímera, por cierto. Es preocupante ver la frustración de los jóvenes –en especial los del tercer mundo- por no tener dinero para comprar, los distintos objetos que se publicitan.
El proyecto neoliberal ha cumplido en parte una de sus metas. Porque si bien es cierto, que un producto japonés está disponible en el hemisferio occidental. También lo es, que éste, sólo lo podrán adquirir las clases medias y altas. Esto nos demuestra que el neoliberalismo, lejos de encontrar la equidad, sólo ha engendrado un monstruo terrible: el de la desigualdad y el de la dominación de unos cuantos, hacia la gran mayoría.
Considero que es momento de detenerse y preguntar: ¿Es conveniente continuar con un sistema económico y político, que no ha generado bienestar para la mayoría? ¿Acaso no hay otro camino? ¿Es correcto que la riqueza la acaparen unos cuantos, y la miseria la padezcan cientos de millones de seres alrededor del mundo?
La historia reciente nos permite ver a simple vista –incluso hasta al más desinteresado de todas las cuestiones sociales-, que el capitalismo no se detendrá. Las guerras proclamadas sin razón, contra Irak y Afganistán, así lo demuestran. En ambos casos, las causas para agredir e invadir, estuvieron relacionadas con las cuestiones petroleras. Hoy la prensa Norteamericana ha confirmado, lo que la sociedad conciente siempre supo: Que Sadam Hussein y su pueblo, no contaban con armas de destrucción masiva. Por otro lado, cabe hacerle unas cuantas preguntas al señor Bus: ¿a partir de cuando y cual fue la razón de que lo orilló a enemistarse, con el viejo socio y amigo de la familia? ¿Por qué permitió la salida de la familia Bin Laden, de territorio Estadounidense, después de los supuestos atentados? No nos extrañaría que todo haya sido un plan maléfico, Maquiavélicamente orquestado, con el único propósito de extender sus dominios imperialistas.
Es momento de que todos los desfavorecidos con las políticas y normas dictadas por los poderosos, tomen cartas en el asunto. La situación en el agro, en el núcleo obrero, así como el profesional y estudiantil, no pueden esperar más. Es tiempo de crear planes, hacer consenso e ir a la acción. Él muro de Berlín y la cortina de hierro cayeron por errores que se cometieron, aprendamos de ellos. La pobreza, la desigualdad, la marginación, nos presentan un escenario, en el que erradicar lo que no genera bienestar para todos y construir algo nuevo, con el esfuerzo, la voz y el pensamiento de todos, es posible. Hagámoslo.
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