Juntaba margaritas a brazo partido,
lo suyo era fanatismo floral.
Ahora no quiere más pétalos,
solo busca amores perdidos
hundido en un cálido delirio.
Sueña ser artesano de la ausencia
cuando el tiempo se detenga,
o esfumarse en un acróstico
como un relámpago colectivo.
Mientras tanto escribe epitafios en el agua
y un último alegato sobre el cielo
navegando por sus lagunas mentales.
Así completa sus horas vacías
hasta que vuelvan a crecer las margaritas.
Texto agregado el 10-09-2016, y leído por 163
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