K llegó a mi vida poco antes de mudarme. Hizo y dispuso de mi vida, de mis sueños y mis opciones como quiso. Yo hubiese querido otro color de muebles y que mi cama estuviese pegada a la pared pero ella no. Mi casa era mía pero no me dejaba escoger. Si yo quería mi cuarto azul ella lo pintaba amarillo. Si quería 3 almohadas en mi cama ella compraba 2. Si no quería estantes en la cabecera ella los mandaba colocar.

En pocas palabras me manejó a su antojo. No debería decirlo (y mucho menos en esta sociedad machista), pero, ¿saben? No me da roche. Ellla me tenía en la palma de su mano. Ataba y desataba mi mundo como quería. Me pidió el mundo y se lo di. Y cuando se aburrió, como le ocurría a menudo, me dejó un beso en la frente y su nombre en mis labios; un suspiro exhausto sobre mi cuerpo cansado y el sonido de la puerta que chirriaba un adiós.

K, Llegaste y te fuiste con mi vida siempre a cuestas. Lloré tanto de impotencia. Me hacías rabiar. Sufría colerones porque nunca pude decirte que no. Hoy quemiro tus viejas fotos me alegra haberte conocido y que me usaras así. No volvería nunca más contigo pero me moriría por una noche más de juegos y un portazo sin adiós.

Mierda, como te odié esa noche. Sabías que eran mis únicos diez soles y que no podía gastarlos. Aún así te cagaste en mí, en lo que te dije. Tenías que hacerlo, no? Tenías que acariciarme la cara y mirarme así. Nunca pude contra ti, ni contra tu voz, ni contra tus ojos, ni contra tu olor, ni contra tus manos, tus manos sobre mí. Tenías que acercarte a mí hablarme tan cerca al oído que solo puodía respirar de ti. Tenías que exigir con voz de ruego. Con voz de ya pueeesssss sino te hago puchero. Maldita. Ni siquiera lo pensé, ni siquiera habías terminado de hablar y yo ya tenía el brazo estirado con el único billete en la mano que me miraba y se burlaba. Se reía de mí y me gritaba "débil, cobarde, pisado" y Dios sabe qué cosas más.

Me sentí estúpido, impotente, presa fácil de tus ojos dedos boca voz pelo olor manos caricias y presa de mí. Te odié. Quise irm, salir, joderte, dejarte ahí; Pero sólo pude mirarte embobado como tomabas tu cerveza con placer, con victoria, con ojos de militar que ha ganado la batalla. Y yo? Qué tuve? Qué me dejaste? Una mirada despectiva y una caricia triste sobre este amargo corazón.

Hoy camino por las calles esperando no encontrarte. Y si te veo trato de hacerme el fuerte, el loco, el que nunca sufrió. Pero si no te veo te busco en todas las mujeres que pasan por acá. Y si veo pasar una cabellera rubia y ensortijada cayendo sobre un hombro desnudo, muy adentro mío, espero que seas tú.