Odio tener charlas muy de noche, no sé, me recuerdan la infidelidad. En cuanto me veo inmersa en una conversación entretenida a altas horas de la noche recuerdo cómo lo veía conectado y no me escribía a mí. Me iba a la cama aunque sabía que no podría dormir, sí, me pasaba la noche entera pensando de que hablarán, pensando en si ella era más graciosa que yo, porque definitivamente más inteligente no lo era, en cómo dejé que todo esto pasara. Sí, todo esto pasaba por cálculos míos, porque así lo había planeado, pero se me fue de las manos este asunto, me dolió más de la cuenta, no porque se estuviera yendo, sino por a quién había elegido para irse.
Me sentía basura, pero lo veía a él más basura aún. Llegaba a mi casa se quitaba la chaqueta y me decía cómo estás amor, yo le sonreía y pensaba, actúa inteligentemente, actúa inteligentemente, pero no, lo echaba todo a perder, ya no tenía ni pizca de ganas de ser graciosa, ni amable, todo en mí era sarcasmo, sabía que con esto lo alejaba más de mí, pero la verdad era también que no lo quería cerca, lo odiaba, odiaba pensar como pensaba que no comprendía nada, odiaba cuando le decía con sutileza “quédate hoy” y el decía: “hoy no puedo”, yo pensaba en lo falso que se oía, ambos sabíamos que no se quedaba porque luego ella le escribiría y él tenía que contestarle, ambos sabíamos que él iría a verla a su casa y que se quedaría con ella. Como lo odiaba, odiaba su rostro, su falsa sonrisa, por dios que lo odiaba.
Odié tiempo después haber leído que en alguno de sus estados pusiese: “aunque siempre nos peleemos, siempre nos reconciliamos, porque no podemos estar separados, porque de inmediato rompemos a reír”, o no sé, ya hasta la memoria me traiciona, todo me traiciona. Lo odié cuando me decía te amo, Puto pensé, ojala te murieses por puto. Por eso cuando alguien me habla muy de noche digo, perdón pero mañana hablamos, tengo que dormir. Y pienso yo no soy mierda, yo no soy mierda, yo no soy mierda y me duermo sin creérmelo.
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