Parásito innoble,
abundas como la mugre
y el mundo de ti descompone.

Uniforme y serpentino
te adentras en la fertilidad de la tierra
y dejas tus pequeños huevos en los flujos de luz
que antes de ti, ha representado la existencia.

Retuerces de dolor un organismo vivo,
enfermas y languideces,
infectas y usurpas el cuero
aquél, donde tienes la carencia del recibimiento.

¡Maldita aberración de la belleza!
engendras comensales inútiles
desde la deformada incapacidad
que te representa.

¡Maldita escoria que blasfemas victorias!
has escarbado bajo la piel,
en la frágil humedad
donde exhibes tu perversa honra.

El mundo arde desde sus entrañas
para parir los cuervos
que le arrancaràn los ojos del alma,
para parir los indeseables huéspedes
que contaminaran
las transparencia de sus aguas
y plagaran la riqueza de los frutos
que el porvenir regala.

Ten cuidado, te imploro,
ellos usan sus artimañas para engañar y traicionar
a quién les otorga su confianza,
se amparan en su inutilidad
para invadir la viscosidad lozana.

Los parásitos
se cubren de ropas y modales que agradan,
los parásitos
son parte del caos que dio lugar a la trascendencia
y a la razón de ser del orbe,
los parásitos
se hacen llamar por otro nombre.
Y te pregunto a ti,
¿has visto pasar por aquí a los hombres?